La caída de los precios de las materias primas mermó la recaudación tributaria en América Latina y Caribe en 0,3% del PIB en 2016, el peor año económico para la región en los últimos tiempos, anunció este martes la OCDE en Santiago.
Venezuela y Trinidad y Tobago lideran la lista de los doce países de la región -productores de petróleo y materias primas- que más vieron mermados los ingresos fiscales en 2016, con más del 6%, señala el informe sobre Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe en 2018 de la OCDE, divulgado en Santiago.
En América Latina y el Caribe, la presión tributaria promedio se elevó al 22,7% del PIB en 2016, mientras que en los países de la OCDE fue del 34,3%, señala el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Aunque en la mayoría de los 25 países estudiados la presión fiscal con respecto al PIB oscila entre el 17% y el 26%, las diferencias pueden ser aún mayores cuando se estudia caso por caso: en Guatemala fue del 12,6% mientras que en el otro extremo está Cuba con una carga impositiva del 41,7%, por encima de la media de los países más ricos.
-Mejores perspectivas-
El futuro parece más alentador. Con una previsión de crecimiento de la economía del 2%-2,5% para 2018, gracias precisamente a la recuperación de los precios de las materias primas, la organización espera que la región mejore la recaudación tributaria en los próximos años y dedicarla a optimizar las políticas públicas.
Sin embargo, el jefe del servicio de América Latina en el centro de desarrollo de la OCDE, Angel Melguizo, alerta que la recuperación “estará muy lejos” del volumen de recursos que manejaban los países exportadores de materias hace 5 ó 6 años, cuando disponían de “5 puntos más del PIB para gastar”.
Y es que “los precios de las materias primas siguen siendo un motor importante para las tendencias de los ingresos fiscales en la mayoría de los países de la región”, asegura el informe.
Desglosado, el IVA es el mayor contribuyente al fisco en la región con el 29,3% de los ingresos totales.
Pero este impuesto también esconde notables diferencias por país. En 2015, varió desde el 32% en México hasta el 91% en Bolivia y Paraguay, señala el informe.
Le siguen los impuestos a la renta (27,3%) y otros impuestos sobre bienes y servicios (21,2%).
A diferencia de la OCDE, donde el 60% de los ingresos tributarios provienen de los impuestos sobre la renta y las contribuciones a la seguridad social, en América Latina y Caribe este aporte cae al 43%, destaca el informe.
Los contribuyentes de la OCDE pagan más impuestos sobre la renta (24,4%) que los latinoamericanos (9,5%) y lo mismo ocurre con la seguridad social: 25,8% frente al 16%, respectivamente.
Sin embargo, Melguizo alerta de que los promedios esconden varias “Américas Latinas”. Países como Argentina, Brasil y Barbados tienen tasas de impuestos por encima del 30-32%, mientras que otros como Guatemala o Venezuela no llegan al 15%.
Aquellos con menores tasas impositivas tienen “margen para aumentarlas” para poder financiar políticas públicas en sectores como salud y educación.
Los otros, deben pensar en “mejores combinaciones de impuestos más redistributivos e incorporar mayores incentivos para empresas y trabajadores”, aconseja.
Aumentar los impuestos a los que más tienen, revisar gastos tributarios y luchar contra la evasión permitiría reducir las desigualdades, “un motor de crecimiento que hay que detonar en América Latina”, donde el 55% de los trabajadores opera en la informalidad.
“Hay que utilizar el sistema tributario para luchar contra la informalidad”, recomienda el experto.
Y aunque no se trata de “igualar ni copiar a nadie”, Melguizo es optimista porque “vemos un espacio con la reactivación económica y con nuevos gobiernos que se están instalando en la región para reforzar la política fiscal”, concluye.
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