El Gobierno mexicano ha chocado con la realidad política de sus vecinos del norte cuando se cumple un año de la firma del nuevo tratado comercial de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), cuya ratificación sigue paralizada en el Congreso estadounidense y el Parlamento canadiense.
Expertas consultadas advierten que las crecientes exigencias de la mayoría demócrata en la Cámara Baja de EE.UU., el juicio político contra el presidente Donald Trump y las campañas presidenciales estadounidenses complicarían la ratificación del T-MEC para este año e, incluso, la podrían atrasar hasta 2021.
Aunque el Gobierno mexicano ha cumplido con la reforma laboral que exigían Washington y Ottawa, «hay cuestiones políticas» que impiden la ratificación del acuerdo, señala Mariana Aparicio, coordinadora del Observatorio de la Relación Binacional México-EE.UU. de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«El Gobierno mexicano dice ‘ya hemos cumplido con las exigencias legales y ya hemos establecido el presupuesto para que se cumplan esas exigencias’, pero la posición de los demócratas es ‘queremos ver que ya está en funciones’ y eso implica tiempo», indica la profesora de Relaciones Internacionales.
Trump -quien impulsó la renovación del acuerdo comercial vigente al considerarlo pésimo para su país- escribió el pasado domingo en Twitter que, por culpa de los demócratas, estaba «muerto en el agua» el T-MEC, cuya negociación se concluyó de manera inicial el 30 de noviembre de 2018 para sustituir al actual Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en vigor desde 1994.
Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara Baja del Congreso de EE.UU., cuestionó la semana pasada que la ratificación pudiera ocurrir antes del fin de 2019 tras reunirse con la Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO), la central obrera más grande de Norteamérica.
Ante esta situación, el presidente Andrés Manuel López Obrador urgió este lunes a los legisladores estadounidenses y canadienses a ratificar el T-MEC al afirmar que México «ha cumplido todos los compromisos».
Certidumbre e inversiones
«Necesitamos certidumbre y este año la economía mexicana no ha crecido. Entonces, tener un acuerdo que no ha sido ratificado por los tres países puede considerarse una alerta o que no se incentive más las inversiones porque no hay una certidumbre», explica Aparicio sobre la urgencia del Gobierno mexicano en ratificar el T-MEC.
La inversión extranjera directa en México creció un 7,8 % en los primeros nueve meses de 2019 frente al mismo periodo del año anterior hasta llegar a 26.055,6 millones de dólares, informó la Secretaría de Economía la semana pasada.
Sin embargo, en el sector manufacturero la inversión extranjera directa representó 2.973 millones de dólares, una descenso de 30,6 % con respecto a los mismos meses de 2018.
Aun así, los números de inversión extranjera directa no deben atribuirse de manera exclusiva a la «incertidumbre» del tratado, argumenta Kimberly Nolan, investigadora estadounidense de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
«Se tiene que tomar en cuenta que desde julio (de 2018) hubo un nuevo Gobierno (electo) que los inversionistas no tenían muy claro cuál iba a hacer su nueva política comercial», precisa la profesora.
La especialista detalla que aún quedan áreas que los demócratas en Estados Unidos piden solventar antes del voto, como la protección del medioambiente, los mecanismos para la resolución de controversias, conocido como el «enforcement», y los derechos laborales en México, el tema más «politizado».
Aclara que «un punto importante» es que el Gobierno mexicano convenza a los demócratas de que ha hecho lo posible en el aspecto laboral, algo en lo que trabaja Jesús Seade, subsecretario mexicano para América del Norte, durante una visita a Washington esta semana.
«Lo que hemos visto a lo largo de este periodo es que los estadounidenses, sin importar lo que hace México, están cambiando la conversación. Entonces, esto es un poco preocupante», observó.
Integración sólida
Por otra parte, Gabriela de la Paz, profesora de Estudios Norteamericanos del Tecnológico de Monterrey, descarta mayores afectaciones por el atraso del T-MEC porque el TLCAN ha consolidado cadenas de valor «muy sólidas» desde 1994.
«Finalmente, el TLCAN sigue vigente y una de las ventajas del TLCAN es que ha creado una serie de parámetros que ya todo mundo sigue con respecto tanto a las cuestiones comerciales como a las relaciones políticas de los tres países y eso se va a seguir haciendo con o sin acuerdo», asegura.
La académica prevé que el Parlamento canadiense avalará el T-MEC, paralizado en aquel país por las elecciones federales del pasado octubre, una vez que haya más claridad en Estados Unidos.
Aunque reconoce que la ratificación podría complicarse conforme se acerquen las elecciones presidenciales de Estados Unidos, en noviembre del año próximo, por la lucha política de demócratas y republicanos por los votantes de «cuello azul», De la Paz destaca el poder del sector privado estadounidense.
«En Estados Unidos hay una herramienta muy poderosa que son los ‘lobbies’, los grupos de personas que cabildean a favor de interés, y la asociación americana de fabricadores de autopartes es muy fuerte, entonces en ese sentido, quizá lo (único) que pueda pasar es que se atrase la firma», reflexiona.
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