viernes, 2 de octubre de 2020

«Déjennos trabajar»: los restaurantes parisinos se resisten a un nuevo cierre por la pandemia

«Lo único que pedimos es que nos dejen trabajar», clama el venezolano Pablo Franco, dueño de dos restaurantes en París, mientras mira nervioso las facturas que se amontonan en su escritorio tras seis meses de una pandemia devastadora para su negocio.

El sector de la restauración en Francia ha levantado cabeza progresivamente desde junio, cuando se fueron retirando las restricciones impuestas para frenar al covid-19, pero un nuevo repunte de contagios en las últimas semanas hace temblar al sector.

Con una tasa de incidencia de 250 casos por cada 100.000 habitantes, Marsella (sureste), la segunda ciudad de Francia, fue la primera víctima de la temida segunda ola del nuevo coronavirus, al pasar la semana pasada a alerta «máxima», lo que forzó el cierre de todos sus restaurantes y bares.

París, que según las últimas cifras alcanza ya los 263 casos por 100.000 habitantes y tiene hasta un 35% de las camas de los servicios de reanimación ocupadas por pacientes con coronavirus, podría seguir sus pasos. Si se confirma el deterioro de la situación sanitaria este fin de semana, el gobierno contempla cerrar todos los bares y restaurantes desde el lunes.

«Sería dramático», zanja nervioso Franco, de 33 años, mientras se toma su enésimo café del día. «Julio y agosto estuvimos a media máquina y recién ahora en septiembre estamos comenzando a volver a los niveles de antes del covid… Si nos vuelven a cerrar sería prácticamente un año perdido», añade, encogiéndose de hombros.

– Vivir «día a día» –

Sus dos socios, el venezolano Elvis Bustillos y el colombiano Alexey Salazar, guardan en la cocina la mercadería que recibieron temprano por la mañana y cruzan los dedos para que ésta vez no termine en la basura.

«En el primer cierre intentamos repartirnos la mercadería entre nosotros y los empleados, pero terminamos botando mucha comida. Si nos cierran volveremos a perderla», teme Pablo Franco.

Oriundo de Valencia, al norte de Venezuela, este hombre emigró a Francia hace 10 años, huyendo de la crisis que golpea a su país. Hasta el día de hoy siente que «tiene suerte» de estar en París, pero desde que estalló la pandemia, esa «inestabilidad» de la que quiso escapar lo ha vuelto de alguna manera a atrapar. «Vivimos día a día», resume.

Antes del coronavirus, sus dos restaurantes, «Tasty Trip», que proponen una original variedad de platos latinoamericanos, iban viento en popa. Su primer local abrió en 2016 en el distrito X de París, uno de los más animados de la capital, con una inversión de 40.000 euros (46.000 dólares). «Los ahorros de toda una vida», recuerda. Y fue todo un éxito.

Dos años después abrieron el segundo local. «Veníamos con una velocidad crucero hasta que llegó el covid», dice Franco.

Sus restaurantes han pasado de abrir desde el mediodía hasta la noche a abrir sólo para la hora de almuerzo. «Intentamos volver a atender la noche pero no fluía como antes», lamenta Franco, que estima que sus dos establecimientos han registrado una caída de ventas acumuladas del 40% este año.

Durante los tres meses de cierre, él y sus socios tuvieron que seguir pagando sus gastos fijos, como el alquiler, que se eleva a 6.000 euros (unos 7.000 dólares), o las facturas de electricidad, sin ningún ingreso.

Para hacer frente, tuvieron que pedir un préstamo bancario, garantizado por el Estado. «Nos dieron condiciones flexibles, pero eso suma y la cuenta está cada vez más pesada», señala.

– Carrera contrarreloj –

Ante la amenaza de un cierre inminente, el sector de la restauración está inmerso en una carrera contrarreloj para reforzar sus protocolos sanitarios, con la esperanza de que se les autorice a permanecer abiertos, aunque sea parcialmente.

«Si no terminaremos cerrando», dice Franco. «Aquí mantenemos las mesas a un metro y medio de distancia unas de otras. Todo el personal lleva mascarilla y dispensamos gel desinfectante en la entrada. No veo cómo en los restaurantes se corre más riesgo que en una oficina», señala.

Al gobierno francés no le ha resultado nada fácil que la población acepte las nuevas restricciones para frenar el avance del coronavirus. Con el apoyo de los alcaldes y algunos de reconocidos chefs, el sector de bares y restaurantes ha organizado protestas y presentado recursos administrativos.

Además, el gremio ha instado a todos los dueños de restaurantes a «hacer ruido» durante un minuto frente a sus establecimientos este viernes y todos los viernes «mientras que sea necesario» para que el gobierno escuche su «grito de auxilio».

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