Se suele indicar que para reactivar la economía venezolana, afectada gravemente por una alta dependencia de la exportación de crudo, aunada a la caída de este producto de exportación, es necesario llevar a cabo importantes correcciones.
Pero más allá de las que se presentan como más evidentes e indispensables, como por ejemplo llevar a cabo la unificación cambiaria, flexibilizar y eliminar en la medida de lo posible las políticas de controles e incentivar la producción mediante estímulos al sector privado, hay pasos puntuales que se deben tener en cuenta para un retorno integral a cifras de crecimiento económico.
Entre ellos se puede mencionar la puesta en marcha de una reforma tributaria integral, que establezca bases definitivas a las políticas impositivas sin exigir cambios constantes o revisiones año tras año.
Dicha reforma exigiría revisar a su vez los sectores y actividades beneficiadas por exenciones impositivas, los aportes de los grandes contribuyentes, pymes y personas naturales, la funcionalidad de las alícuotas aplicables actualmente en los principales tributos y las medidas que pudiesen tomarse para estimular la inversión en activos fijos y la creación de nuevos empleos en aras de impulsar la productividad, entre otros.
La carga del Estado venezolano en la prestación de servicios públicos y el desarrollo de todo tipo de actividades productivas es también un tema que tarde o temprano se debe enfrentar. Si bien la privatización generalizada quizás no es una solución mágica, reactivar la competencia mediante la apertura al sector privado en algunos ámbitos puede ser un primer paso que sobre hechos reales permita generar confianza y disposición para la corrección adecuada, lo que sin duda será una buena lectura para el mercado.
Igualmente, la organización presupuestaria y la dependencia de las regiones con respecto al gobierno central suele ser un tema pendiente desde el punto de vista administrativo. La autogestión, búsqueda de fuentes alternas de financiamiento y replanteamiento de la descentralización son conceptos que están pendientes en una gestión administrativa moderna, lo que a su vez sería de gran ayuda para aliviar el presupuesto central.
Asimismo, será inevitable revisar en algún punto ciertas regulaciones bancarias como las carteras obligatorias y los límites en cuanto a regulaciones de tasas de interés en general para evitar una contracción mayor de la actividad bancaria y las consecuencias que ésta pudiera traer sobre la economía real, buscando que la mayor cantidad de ciudadanos tenga acceso al crédito y pueda financiar la compra de vivienda o bienes duraderos.
Todavía queda mucho camino por andar en el replanteamiento de nuestras políticas económicas, pero creemos que ciertos puntos, como los señalados sirven de referencia para iniciar un giro ordenado del crecimiento de nuestra economía.
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