El yuan entra desde hoy, sábado, a formar parte del grupo de divisas que el Fondo Monetario Internacional (FMI) toma como referencia para calcular el valor de su Derecho Especial de Giro, conocido como DEG, y el equivalente a una moneda virtual con la que la institución internacional gestiona sus pagos. El estreno en este selecto club, hasta ahora ocupado sólo por el dólar, el euro, el yen y la libra esterlina, confirma el estatus de divisa de reserva mundial de la moneda china con un peso del 10,92%, justo por detrás del billete verde (41,73%) y la moneda única europea (30,93%).
Al anunciar durante la jornada del viernes la nueva composición del DEG, Christine Lagarde, directora gerente del FMI, describió este hecho como “un hito histórico”, tanto para el FMI como “para China y el sistema monetario internacional”, ya que es la primera vez desde la adopción del euro que se agrega una moneda a la cesta.
“La inclusión del yuan es un reflejo del progreso de las reformas de los sistemas monetario, cambiario y financiero de China, y es un reconocimiento de los avances en la liberalización, integración y mejora de la infraestructura de los mercados financieros de ese país”, señaló Lagarde quien instó al país a continuar y profundizar en estos esfuerzos, reseñó el portal Economía Hoy.
Sin embargo, este importante paso hacia la internacionalización del yuan se produce en un momento en que Pekín sigue intentando implantar un plan de ajuste que vire su economía hacia el consumo interno sin generar sustos en los mercados financieros, como los que vimos durante el verano del año pasado o en los primeros compases de 2016. Algunos analistas señalan el excesivo apalancamiento, así como la posibilidad de que exista una burbuja inmobiliaria dentro del país.
“La única forma de convencer a los inversores es que las palabras y los compromisos del Gobierno chino se traduzcan en acciones sobre el terreno para seguir avanzando en las reformas”, explica Eswar Prasad, miembro del Instituto Brookings especializado en Economía Global. “La economía china es ya la segunda potencia mundial y supone cerca del 15% del PIB, así como el 12% del comercio mundial, lo que hace suponer que en algún momento el yuan se convertirá en una divisa de reserva dominante, incluso plantando cara al dólar”.
Encarar al dólar, meta lejana
Metas todavía lejanas si tenemos en cuenta que en lo que a pagos internacionales se refiere, el yuan se posicionaba el pasado mes de agosto en el quinto lugar, con un porcentaje del 1.86%, superado por el yen, la libra, el euro (cuyo porcentaje superaba el 30%) y, por supuesto, el dólar, cuyo uso superaba con creces el 40% de las transacciones. “A pesar del impacto positivo que la inclusión en el SDR tendrá en el aumento de los flujos, todavía consideramos que la incertidumbre política y las expectativas sobre el dólar seguirán causando grandes fugas de capital”, señala Adar Sinha, estratega de divisas de Bank of America Merrill Lynch.
Desde HSBC, su director de análisis de divisas emergentes, Paul Mackel, considera que a corto plazo “el reequilibrio de los flujos directos a China son poco probables”. Aún así, señala que desde el pasado junio “se ha producido una reanudación de las inversiones de carteras extranjeras, lo que podría ser indirectamente atribuible a la inclusión en el DEG”.
Para Mackel, el hecho de que el yuan forma ya parte de la cesta de divisas del DEG “podría alentar las reformas en China para integrar sus mercados financieros a nivel mundial y seguir adelante con su internacionalización, lo que puede implicar una mayor flexibilidad en el tipo de cambio y liberalizar los portafolios de residentes chinos”.
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