El férreo control de precios que ahoga a economía venezolana pareciera estar flexibilizándose de hecho, más no de derecho. En el papel, la restricción sigue, pero en la práctica hay indicios de que el Gobierno está permitiendo que la iniciativa privada intente surtir de mercancías, en especial alimentos y artículos de primera necesidad, al necesitado mercado nacional.
Mediante ofertas, publicadas en redes sociales, mensajería de texto o de whassap, el venezolano se entera de la llegada de mercancía importada, principalmente de Colombia y Brasil, naciones fronterizas, aunque al este del país están llegando alimentos desde Trinidad y Tobago.
No hay controles sanitarios ni permisos formales de ingreso. La mercancía ingresa y se coloca, a elevadísimos costos. “Este mercado da para todo. Lo que traigas se vende. Si son productos costosos porque llegan a precios de dólar libre y hay que reponer inventario. Hemos visto que, si un saco de 15 kilos de arroz supera los 50 mil bolívares, varias personas reúnen dinero y lo llevan; luego lo dividen. Así para con el azúcar y el café, que son los productos más escasos que hay en este momento. Ya el boom de la pasta importada pasó pues cada día son más los negocios que tienen este producto y, en cierta forma, hay competencia”.
Así lo informó a Banca y Negocios y empresario importador, quien pidió el anonimato “pues se me puede caer el negocio. Yo creo que, si el gobierno elimina el control de precios y flexibiliza el de cambios, el dólar paralelo baja y, en consecuencia, será más barato importar y surtir a los canales de venta. Hay necesidad y ésta debe ser cubierta”.
Esta modalidad no es respaldada por gremios empresariales. Para la presidenta del Consejo Nacional del Comercio y los Servicios- Consecomercio- Cipriana Ramos, “no apoyamos este tipo de importaciones pues no están supervisadas por el Estado y porque no cumplen con los requisitos sanitarios correspondientes. No hay garantías de que estos productos tengan control de calidad y eso puede atentar contra la salud del venezolano”.
Expresó, en charla telefónica, que no es un lineamiento del gremio que representa el importar a dólar libre, “lo deseable es que el gobierno autorice divisas en el esquema del Dólar Complementario o Dicom para que no sólo los comerciantes importemos alimentos sino para que el sector industrial pueda surtir de materias primas a fábricas y a procesadoras. La situación del sector primario de la economía es bastante grave”, dijo en conversación con este sitio web.
La Sundee replegada
Otros elementos al análisis los aporta el economista y consultor gerencial Benjamín Tripier.
Advierte que “esta política de importaciones selectivas es apoyada abiertamente por el Gobierno. Es una especie de pacto tácito con empresarios quienes arriesgan posiciones en dólares y traen mercancía al país. El retorno de inversión está garantizado, si no pasara esto, nadie arriesga un centavo. La Superintendencia de precios justos- Sundee- está replegada en estos momentos y no hace tomas y fiscalizaciones muy estrictas de forma constantes. Tampoco hay decomisos”.
Dijo a Banca y Negocios que “paulatinamente reaparecen en el país bienes, precisamente por el repliegue de la Sundee. El precio de lo que llega es altísimo, incluso más que lo tasado internacionalmente”.
En el supuesto que el Gobierno permita que se cree un mercado paralelo de productos importados a dólar libre, “se surtirá un grupo muy pequeño de la población; la clase alta. Los sectores populares serán atendidos por los Comités Locales de Abastecimiento y Producción- Clap- con productos a precios subsidiados, importados a la tasa del dólar protegido. El tema es qué va a pasar con la clase media a la que no llega el Clap y que no puede pagar alimentos a precios internacionales. Es la gran perdedora de este programa de importaciones aprobado por el Estado”.
No dudó en calificar como “burbuja de abastecimiento” lo que está pasando en estos momentos, aunque sostuvo que “aun cuando son productos bastante caros, se van a agotar. Lo ideal es que el Gobierno pague deudas en divisas a los proveedores internacionales de empresas nacionales, con lo cual se reabastecería la producción local. Hay que reaprovisionar de insumos al país, con base en negociaciones”, dijo Benjamín Tripier.
Mercado Cúcuta
John Peña, ex trabajador bancario, se define como un emprendedor. A finales de julio, invirtió su liquidación de una institución financiera privada en compra de dólares. Los guardó hasta que el Gobierno de Venezuela decidió abrir la frontera con Colombia.“Comencé a mover el dinero y a ganar”, dijo.
Explicó a este portal que “desde Colombia y Brasil se están haciendo buenos negocios si invertimos con sabiduría los dólares, no los bolívares. He hecho varios viajes a Cúcuta por tierra y mi modalidad de negocio es cambiar los dólares a pesos y saco una buena ganancia. Si vendo un dólar me dan casi tres mil pesos y con ese dinero puedo comprar un paquete de harina Pan, arroz, azúcar o pasta muy por debajo al precio bachaquerosde Caracas”.
Dijo que compra bultos de harina de maíz precocidamarca Pan “pero hecha en Colombia no en Venezuela como dicen los chavistas que Polar hace contrabando, lo que hace es trabajar y dar empleos a otro país que no moleste a los empresarios. Al colombiano le gusta el negocio y es por eso que puedo comprar un bulto del producto que necesite a buenos precios; en Cúcuta hay competencia, yo no sé si eso se llama neoliberalismo, pero creo que es bueno. Todos ganamos”.
Peña comenta que al “dólar Cúcuta un kilo de harina precocida sale en 1,650 bolívares. El de pasta a 1, 450, el azúcar es lo más rentable, según el proveedor el kilo puede costar hasta mil 300 bolívares. Con mis facturas legales, paso la mercancía por la frontera y nadie me ha quitado nada. La Guardia Nacional sólo revisa los bultos de comida para supuestamente buscar droga. Pero varios suboficiales me han dicho que la orden es dejar pasar productos”.
Este emprendedor coloca cada producto a precios que oscilan entre dos o tres mil bolívares. “Y saco buena ganancia, tengo un puesto en un mercado en el Municipio Baruta y llevo mercancía a algunos clientes. Gente como yo que va a Cúcuta puede ofrecer alimentos mucho más baratos que en los comercios y bodegones de lugo del este de Caracas. Yo he visto que un paquete de 100 bolsitas de azúcar de dieta se ha vendido hasta en 95 mil bolívares. No todos pueden hacer esa compra. Yo traigo de Cúcuta azúcar morena a 2, 800 el kilo, y por debajo de los 5 mil de azúcar blanca que ofrece un sitio en Bello Monte, uno de los más famosos bachaqueros con licencia”, subraya Peña, quien viaja todas las semanas a la frontera con el vecino país.
“Lo que si no es negocio es comprar café o leche en polvo en Colombia. Es bastante caro en pesos o dólares. Y he visto en mercados de Cúcuta leche de Mercal y jabón en polvo hecho en Venezuela. Claro que no compro esos productos porque no apoyo el contrabando”, sentenció este comerciante en ciernes.
Finalmente, dijo que el alza del dólar en el mercado paralelo va a impactar los costos en el Mercado Cúcuta. “Es un temor que tenemos, pero el que no arriesga no gana. Nos toca recalcular y subir precios”.
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