¿Por qué ordenó Nicolás Maduro retirar los billetes de 100 bolívares de circulación para luego arrepentirse? La pregunta lleva persiguiendo a todos los venezolanos desde hace dos semanas.
La teoría ofrecida por el Gobierno, de ladrones internacionales de billetes que los mantenían secuestrados en Ucrania y Suiza, es tan descabellada e incoherente -si el problema es que “mafias” habían sacado dinero del país, ¿por qué anular el que quedaba en circulación?- que parece imposible que el propio Maduro se la creyera. Sin embargo, los datos apuntan a una otra posibilidad más lógica e inquietante: una peligrosa escasez de dinero en efectivo en los bancos, que podría haber provocado un corralito o la quibra de la banca en cuestión de semanas.
La primera en lanzar advertencias sobre esta situación fue la consultora Econométrica, a finales de noviembre. Sus datos, y los ofrecidos por diversas instituciones públicas, confirman la existencia de una crisis que nadie mencionó por su nombre desde el Ejecutivo pero de la que Maduro sí estaba informado, como ha dejado claro en sus intervenciones esta semana.
Para empezar, recordemos que, según el Banco Central de Venezuela, todo el dinero que existía en el país a principios de noviembre -incluídos depósitos, hipotecas, acciones y bonos- ascendía a 1.789 millones de dólares, en comparación con los más de 700.000 millones de dólares que existen en México o el billón de euros que suman todos los habitantes de España. De toda esa minúscula cifra, en efectivo había apenas 575.000 millones de bolívares, o 20.000 por cabeza -6 dólares-, suficiente para adquirir comida para solo un par de días.
El problema se vuelve más complejo si tenemos en cuenta que la mayoría del dinero en efectivo suele estar en manos de los ciudadanos -un 80% en circunstancias normales-, una situación que se agudizó en Venezuela por varios motivos. Por ejemplo, muchos habitantes intentaban sacar más dinero del que necesitaban para evitar las largas colas delante de todos los cajeros, o para guardárselo para hacer compras en navidad. Y un 30% de la población no tiene cuenta bancaria, así que todo el dinero que reciben está en forma de efectivo por obligación.
Un dólar por persona
El resultado es que los bancos llevaban meses sufriendo una crisis enorme de liquidez. Según las normas internacionales -el llamado protocolo Basilea III-, las entidades deben tener en efectivo como mínimo el 100% del dinero que vayan a reclamar sus clientes cada mes. Sin embargo, según el regulador bancario venezolano, en su país esa cifra apenas alcanzaba el 41,89% en noviembre. El director de Econométrica, Henkel García, pone cifras: 95.678 millones de bolívares en los cajeros, casi mil millones menos que un año antes pese a la hiperinflación que ha vivido el país en ese tiempo y que ha multiplicado la demanda de efectivo. Apenas 3.200 bolívares por persona. Poco más de un dólar para cada venezolano. Eso es lo que quedaba disponible en los cajeros.
Cuando la demanda de dinero creció en diciembre, ante las fiestas, el sistema llegó al límite. Según confesó Maduro en el mensaje en el que “resucitó” al billete de 100, el porcentaje de dinero en los bancos se había desplomado “al 2%”. ¿La solución? Obligar a la gente a reingresar todos sus billetes. “Pasamos al 80% de masa monetaria, unos 500.000 millones de bolívares”, anunció el mandatario. “Ahora sobra el billete de 100, los bancos están buchones”.
Según García, no hay dudas. “Para mí, invalidar el billete de 100 tenía como objetivo llevar el dinero que estaba en manos del público a los bancos. Los bancos solicitaban remesas de efectivo, y el BCV enviaba mucho menos de lo necesario. Por otro lado la gente lo acumulaba. La orden para imprimir nuevos billetes vino demasiado tarde, e igual llegaríamos a un punto en que los bancos se quedarían sin efectivo”.
Por supuesto, la otra posibilidad es que la teoría inicial del ministro del Interior, Néstor Reverol, fuera cierta y su objetivo real fuera golpear a las mafias internacionales, contratadas por “ONGs que trabajaban para el Departamento del Tesoro norteamericano” que sacaron en palés “300.000 millones de bolívares” -la mitad del total de billetes de 100 en existencia- “a través de Colombia para esconderlos en España, Alemania, Ucrania, Suiza o Chequia”.
En ese caso, resulta muy extraño que esas mafias lograran transportar desde Europa todos esos billetes de vuelta -o al menos un 60% de ellos- en apenas cuatro días e introducirlos en el país, con las fonteras cerradas y fuertemente vigiladas, sin levantar sospechas. Porque, de lo contrario, es difícil explicar que la liquidez subiera al 80% si las “mafias” se habían llevado el 50% de los billetes de 100.
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