La crisis que vive Nicaragua le deja ya más de 220 muertos, una violencia descontrolada, su economía en caída libre y un creciente descrédito internacional, mientras gobierno y opositores mantienen un diálogo hasta ahora estéril. ¿Cómo y cuándo podría terminar esto?
Con la mediación de la Iglesia católica, el gobierno de Daniel Ortega y la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que reúne a grupos de la sociedad civil, dialogan en busca de una salida al conflicto.
No obstante, sobre la mesa está sin respuesta una propuesta que hicieron los obispos a Ortega, cuyo tercer mandato consecutivo acaba en enero de 2022, para que acepte un adelanto de las elecciones de 2021 a marzo de 2019.
Ortega tiene un 63% de opiniones desfavorables, según la encuestadora Cid-Gallup, señalado de represión, nepotismo y haber instaurado una dictadura, con su esposa Rosario Murillo.
En este contexto, aquí los posibles escenarios:
– Salida negociada –
La experta en seguridad, Elvira Cuadra, ve posible que la presión del movimiento opositor y de la comunidad internacional obliguen al gobierno a hacer “algunas reformas necesarias en lo electoral y judicial”, pero “el punto crítico es la permanencia de Ortega y Murillo en el poder, el adelanto de elecciones”.
“Hay mucha urgencia social y política de hallar esa ruta en el corto plazo, pero no lo veo factible. Va a tomar un poco más de tiempo. Es una negociación compleja, porque el gobierno no muestra voluntad”, dijo a AFP Cuadra, quien no ve una renuncia en lo inmediato.
Para el abogado Mauricio Díaz “el problema lo generó el estilo de gobierno de Ortega y Murillo: un modelo bonapartista”, por lo que “él tiene la solución en sus manos: abrir las válvulas de compartimento ciudadano y no amurallarse creyendo que está en una guerra”.
A su juicio, Estados Unidos -primer socio comercial- y países de Europa con los que Nicaragua tiene acuerdos de asociación pueden “sancionar y presionar”. “No le pueden seguir dando dinero a un gobierno que reprime al pueblo”, comentó a AFP el exdiplomático.
Para el sociólogo y economista Oscar René Vargas el deterioro económico por la crisis también presionará a Ortega. El Banco Central ya rebajó su proyección de crecimiento del 4,9% a 1% en 2018.
– “Venezolanización” de la crisis –
Vargas estima que la solución no va a pasar por el diálogo porque a Ortega no le interesa y sus opositores “no tienen la fuerza para doblarle el brazo a Ortega”.
“Está apostando al desgaste y a dividir al movimiento opositor. Pero la solución está en la calle, en las protestas y huelgas, eso es lo que lo puede debilitar”, declaró a la AFP.
“Una estrategia de Ortega sería a largo plazo la venezolanización de Nicaragua: apostar a que la gente comience a cansarse y a decir ‘ya no más tranques’ (bloqueos de vías)”, agregó Díaz.
Vargas cree que “la comunidad internacional obligaría a Ortega a una elección anticipada, pero haciendo cambios cosméticos, como en Venezuela”.
Por ello estimó necesario que esa presión sea mayor, encabezada por Estados Unidos y Centroamérica, afectada por la crisis, para que se forme “un gobierno de transición que haga las reformas necesarias”.
– Escalamiento del conflicto –
Vargas admite como posible un escenario donde Ortega se mantiene en el poder porque “ha creado un ejército irregular”, grupos de civiles encapuchados y armados, que reprimen con la policía las protestas y levantan los tranques (bloqueos en las vías).
José Luis Rocha, estudioso de temas de pandillas y migración, ve probable que la violencia continúe, aún si la pareja presidencial deja el poder, por la compleja composición de esos grupos ilegales y el deterioro económico.
Cuadra dijo a AFP que un desbordamiento de la violencia solo es posible si el gobierno agrava la represión, pero eso le costará porque “hay una atención de la comunidad internacional, sobre todo en derechos humanos”.
Que Nicaragua viva una nueva guerra civil como las de los años 1970 y 1980 no es un escenario factible, según los analistas. “Aquí nadie quiere guerra. La única solución es civilizada: elecciones”, subrayó Díaz.
“La gente no tiene la capacidad ni logística, no tiene armas y menos de guerra, como el gobierno (Policía y Ejército)”, apuntó Cuadra, experta en seguridad.
Díaz recordó que aquellos conflictos armados ocurrieron durante la Guerra Fría: “Hoy las condiciones internas e internacionales no dan para eso”, sentenció.
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