En épocas de altas tasas de inflación y de cambio se hace imprescindible para el inversionista promedio evaluar eficazmente las opciones de colocación del dinero.
En primer lugar se debe tener muy definido los conceptos de títulos de renta variable y renta fija, entendiendo los primeros como aquellos que poseen un rendimiento y vencimiento no predeterminado; en cuanto que los títulos de renta fija se caracterizan por tener determinado en el momento de la colocación tanto el vencimiento como el rendimiento del título.
En este sentido, el inversionista con el fin de optimizar sus recursos, debe diseñar su propia cartera de inversión diversificando y equilibrando la proporción entre estos dos tipos de títulos, tomando muy en cuenta su disposición psicológica al riesgo (aversión), además de su capacidad financiera.
Si la persona puede “lidiar” con los cambios no esperados en los mercados financieros y de negocios, su proporción en opciones de renta variable puede ser mayoritaria.
En muchos de los casos, una cartera de inversión conservadora y equilibrada cumple muy bien los parámetros de rendimiento y bajo riesgo buscados.
Una proporción recomendable para una cartera conservadora conlleva a un 30% en opciones de renta variable (incluyendo opciones en moneda extranjera) y un 70% en renta fija.
Este diseño permite que en el peor de los escenarios, en que los títulos de renta variable pierdan valor (por ejemplo una caída en el mercado bursátil como las experiencias dadas en Venezuela en el año 1992 y 1998; o 2008 en el mercado de Estados Unidos), los rendimientos generados por las opciones de renta fija pueden compensar esas pérdidas manteniendo estable el valor del monto invertido representado por la cartera de inversión. En los demás escenarios este diseño de cartera permite un crecimiento superior a las opciones tradicionales de ahorro e inversión.
El dinero destinado a la cartera de inversión es aquel remanente luego de haber hecho, previamente, los apartados correspondientes para gastos (efectivo o cuenta corriente) y precaución (cuenta de ahorros).
Entre los títulos de renta fija el inversionista debe ubicar opciones que se acerquen o sean superiores a la tasa de inflación.
Entre los títulos de renta fija se encuentran los títulos emitidos en el mercado de capitales como papeles comerciales, bonos quirografarios, títulos de participación; bonos públicos, reportos, mutuos y otros; además de certificados a plazo fijo y otros títulos del mercado bancario, tanto en el mercado primario como el mercado secundario, todos emitidos de acuerdo con la legislación financiera correspondiente al país donde se hace la inversión.
Entre las opciones de renta variable están los fondos mutuales (entidades de inversión colectiva) distribuidos a través de la banca principalmente; las acciones inscritas en la bolsa de valores y otros.
Dado la vigencia de control de cambio en Venezuela, la emisión de papeles emitidos por el Estado en moneda extranjera, en las oportunidades de emisión pública, constituyen un mecanismo idóneo para la inclusión de moneda extranjera en la cartera diseñada.
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