“La herencia recibida”. Esa es la razón que el Ejecutivo pone sobre la mesa para justificar la demora en abordar una de las promesas estrella de su campaña: bajar los impuestos. Según explica la Casa Rosada, el alivio fiscal no podrá llegar hasta 2017 por “responsabilidad”.
A primeros de agosto, se constituyó el grupo de trabajo que diseñará los pilares de la futura reforma fiscal integral que, según el Gobierno, pretende ser más progresiva. La comisión trabaja a contrarreloj, pues el Ejecutivo quiere enviar el proyecto de ley junto con los presupuestos en septiembre al Congreso, donde el partido de Mauricio Macri no cuenta con mayoría. “El mes que viene presentaremos el proyecto de Ganancias para que el año que viene podamos tener un cambio de escalas”, se comprometió el jefe del Gabienete, Marcos Peña, la semana pasada.
El presidente había prometido en campaña eliminar el impuesto a las Ganancias (el semejante al IRPF en España) porque, según explicaba en un anuncio en la televisión, “el Estado no se debe quedar con el fruto del trabajo”. No obstante, desde el Ejecutivo rebajan ahora esas expectativas. Hasta ahora, el líder de Cambiemos apenas ha tocado el capítulo impositivo salvo en el mes de febrero, cuando subió el mínimo no imponible o, desde comienzos de este mes, cuando entró en vigor el blanqueo de capitales.
El bautizado como “sinceramiento fiscal” pretende hacer aflorar unos 55,000 millones de euros no declarados de los que el Estado retendría un máximo de un 10 por ciento, un montante que la Casa Rosada ya ha comprometido con los pensionistas. Por otro lado, Argentina también ha tomado otras decisiones que afectan a la recaudación, como la cancelación de los aranceles a los estadounidenses que entran al país, que hasta ahora debían abonar unos 150 euros.
Precisamente, el Ejecutivo de Macri teme que éste (una elevada fiscalidad) sea una de los flecos que el FMI cuestione en su informe sobre la economía. Según un informe del Foro Económico Mundial, Argentina es el país con mayor carga tributaria del mundo, seguido de Bolivia, Kazajistán o Colombia. En este sentido, no ha habido grandes modificaciones si miramos la letra pequeña de la financiación del Estado en sus últimos diez años.
En concreto, según información de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), en esta década lo que mayor peso perdió fueron los tributos regresivos como el IVA, desde el 41.1% de la recaudación total que representaba entre los años 1997 y 1999 hasta el 28.5% que representa en la actualidad. Por el contrario, aumentaron -desde el 0.1 al 10.5%- las retenciones en la exportación y la recaudación en la seguridad social pasó de 20.5 a 24.7%. Las Ganancias, por su parte, se mantuvieron prácticamente igual.
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