El impuesto al valor añadido o IVA históricamente ha sido un mecanismo de ingresos para las arcas públicas de los países con distintos grados de desarrollo alrededor del mundo, y su gravamen depende de las políticas económicas particulares, es decir, los gobiernos eligen a la franja de la población que beneficia así como los sectores productivos que apoya en materia fiscal.
Es por ello que alrededor del mundo tenemos diferencias impositivas, por ejemplo el promedio mundial según Baker y Mckenzie se encuentra en 15% y la media de América Latina es 9%, aunque si analizamos los casos particulares entre los países latinoamericanos encontramos a Uruguay (22%) y Argentina (21%) como las naciones donde los consumidores pagan más IVA, con índices similares a los de muchos estados de la Unión Europea que son realmente altos.
Si nos adentramos en sectores con productos como tabaco, bebidas alcohólicas, algunos países entre ellos México, Panamá y Chile, cargan un IVA superior al estándar, así como en el caso de las exenciones, Venezuela presenta un caso particular en venta de combustibles producidos por PDVSA o empresas mixtas, según reportes del Banco Central.
Por otro lado, los países parecieran estar a gusto con el IVA ya que es un impuesto fácil de recolectar y se puede observar en el hecho de que “en América Latina hay países como Argentina en los que el IVA representa un 30% del total de la recaudación fiscal. Eso es mucho,” según la opinión del analista de KPMG, Lucio Giaimo.
En Venezuela el peso del IVA del total de recaudación tributaria y aduanera no petrolera en el 2016 fue de 57% y en el 2017 fue de 54,85% lo cual nos da luces para comprender la importancia que tiene este impuesto dentro de los ingresos fiscales del gobierno y de alguna manera un paño húmedo ante grandes gastos públicos. En el siguiente gráfico podemos observar el peso de los distintos impuestos no petroleros en 2017 del total de ingresos y el elevado porcentaje del IVA seguido de otras rentas internas:
A pesar de que Venezuela reportó unos impuestos en concepto de IVA por 11 billones de bolívares para un total de ingresos de 20,5 billones en 2017 y haya superado en un 294,11% la meta establecida de siete billones de bolívares en términos nominales, se puede observar que el IVA como porcentaje del PIB ha experimentado una caída apreciable desde su máximo en 2014 que para ese momento era de 9% hasta un 6,83% en 2017 a precios corrientes, apreciable en la siguiente tabla:
Esta caída manifiesta que en un contexto crítico y de decrecimiento alrededor de los 13,4 puntos porcentuales del PIB en 2017 y con hiperinflación, el país ha experimentado desplome en el consumo en términos reales, uno de los factores claves para el crecimiento económico, es decir cada vez el IVA representa menos del PIB y en la recolección tributaria, lo cual ahoga cada vez más los proyectos de gasto previstos del ejecutivo, llevándolo a impulsar otras fuentes de ingresos tales como el financiamiento directo del BCV (emisión de dinero inorgánico), incidiendo de manera directa en los altos niveles de inflación por los que atraviesa el país.
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