Son 800 metros de barrotes de acero en el punto donde se unen los estados de Texas y Nuevo México, frente a la mexicana de Ciudad Juárez, Chihuahua, y donde opera uno de los accesos más utilizados por miles de migrantes, principalmente centroamericanos, que ansían ingresar a Estados Unidos en busca de una mejor vida.
«Esto no es Europa, esto es Estados Unidos, nosotros protegemos nuestras fronteras. Este (muro) es el primero privado», dijo Jeff Allen, quien se identifica como copropietario, desde hace seis años, del terreno estadounidense donde se edifica la valla.
«Estoy obteniendo mucha ayuda para construir el muro. Esta es la manera en que Estados Unidos le dice al Congreso: ‘Estás fallando, vamos a luchar por nosotros mismos'», agregó.
Originario de Cincinnati, Ohio, Allen relató que en 2006 se casó con una mujer de Ciudad Juárez, donde vivió tres años y medio, hasta que en 2009 la creciente violencia vinculada al narcotráfico lo hizo regresar a Estados Unidos.
Asegura que la construcción de este muro, en una zona que desde hace meses es vigilada por exmilitares estadounidenses armados, «no es racismo».
«No soy racista, mi esposa es de Juárez, mi niña es de Juárez», dice Allen, que arremete contra los legisladores estadounidenses.
«El Congreso es perezoso, es irresponsable y no protegen al ciudadano. Ellos no están protegiendo a Estados Unidos», afirma el excombatiente, quien usa la célebre gorra roja cuyo mensaje en letras blancas resume la polémica visión de Trump: «Make America Great Again«.
– «Esta es mi casa» –
Trump se ha enfrentado al Congreso para que asigne los miles de millones de dólares que necesita para su prometido muro, una batalla que llevó incluso al cierre del gobierno federal durante más de un mes por la falta de acuerdo.
Según datos de la Patrulla Fronteriza, entre octubre y abril fueron detenidos 98.052 migrantes en el sector El Paso, en medio de una escalada en el arribo de migrantes indocumentados a través de territorio mexicano.
El gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador, por su parte, alertó a finales de abril de un aumento «insólito» en el flujo de migrantes centroamericanos, estimando que 300.000 habían pasado por su territorio en los últimos tres meses.
Allen, de 56 años, reitera que va a proteger a su país y a su familia porque es «un patriota», mientras vigila la construcción de la barrera, muy cerca de la línea fronteriza con México.
«La gente está trayendo niños y están muriendo en el desierto, probablemente un muro detenga eso», agrega el veterano combatiente, que declina revelar cuánto dinero se ha invertido para edificarla.
Brian Kolfage, un veterano de guerra amputado de ambos pies y un brazo, ha recabado en cinco meses más de 22 millones de dólares con la ayuda de 262.000 personas, a través del sitio web GoFundMe, pero su meta es reunir 1.000 millones de dólares con el fin de construir tramos de muro a lo largo de toda la frontera con México, de más de 3.000 kilómetros.
Allen dijo que estaba recibiendo «mucha ayuda» de la empresa fundada por Kolfage, «We Build the Wall», que tiene como asesor principal a Steve Bannon, el estratega de extrema derecha y exconsejero de Trump.
Tres secciones de muro de acero colindantes con Ciudad Juárez han sido construidas por el gobierno estadounidense desde 2016 y suman en conjunto unos 40 kilómetros.
Trump ha hecho del rechazo a la migración ilegal por la frontera sur una de sus principales banderas políticas y electorales, calficándola además como una «amenaza contra la seguridad nacional».
El mandatario declaró en emergencia dicho límite en busca de recursos para la construcción de la muralla, una de sus principales promesas de campaña. Pero el viernes un juez bloqueó temporalmente su plan de usar fondos militares para ello.
«Esta es mi casa, no la de ellos. Y si quieren venir a Estados Unidos, háganlo legalmente», concluye Allen.
Fuente: http://bit.ly/30LS7CZ
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