Algunos hacen caminatas maratónicas por la emblemática Carrera Séptima, que atraviesa Bogotá. Otros se unen a plantones o concentraciones. La mayoría de manifestantes pide diálogo directo ante la desconfianza que les genera la «conversación nacional» convocada para este domingo por el presidente de Colombia, Iván Duque.
El ruido de tambores, silbatos y el golpeteo estruendoso de una cuchara chocando contra una cacerola de a poco se tornan en patrimonio de la capital colombiana, epicentro de las protestas en rechazo del gobierno derechista que ya suman tres días. Y que este domingo pueden llegar a cuatro, con nuevas convocatorias en la ciudad y el país.
«Nos mantiene aquí que el gobierno no se ha manifestado directamente con nosotros, simplemente lo que nos ha causado ha sido miedo y no nos ha dado una solución», dijoPrets Álvarez, un gastrónomo de 21 años que se movilizó la noche del sábado junto a centenares en el Parque de los Hippies, en el norte.
Allí algunos prendieron antorchas, como una nueva forma de expresar un malestar social que aumenta paulatinamente contra una administración que suma poco más de quince meses en el poder. Y que en la tarde tiene previsto dar apertura a un diálogo nacional que discutirá «reformas» a la política social de Duque.
«El pueblo colombiano está cansado de tanta guerra y está cansado de que nos ignoren y que nos sigan metiendo todo por los ojos», agregó Álvarez. A su lado ondeaban banderas y pancartas, con pullas y hasta bromas que evidencian que los jóvenes tomaron el testigo de un paro ideado por las centrales obreras.
«Esto no para»
Convocada por los sindicatos en octubre ante supuestas iniciativas gubernamentales para flexibilizar el mercado laboral y las pensiones, a las multitudinarias movilizaciones del 21 de noviembre se sumaron indígenas, estudiantes, artistas y ambientalistas, convirtiéndola en la mayor manifestación contra un gobierno central en los últimos tiempos.
Aunque la jornada nacional se desarrolló mayoritariamente en paz, en algunos puntos hubo fuertes enfrentamientos, que dejaron tres manifestantes muertos y casi 300 heridos entre civiles, policías y militares. En la capital el viernes hubo toque de queda, el primero desde 1977.
Con las centrales obreras deslindadas de las nuevas expresiones de descontento, miles de jóvenes, apuntalados en las redes sociales, han copado las calles de Bogotá, Cali y Medellín con exigencias de más dinero para la educación pública, lucha anticorrupción, protección a líderes sociales y respeto al acuerdo de paz de 2016 que desarmó a la exguerrilla FARC.
Duque, de 43 años, ha dicho que su gobierno «escucha» y que hablará con «todos los sectores políticos y sociales», sin mencionar directamente a algunos promotores del paro. Algunos sienten lejano su acercamiento.
«Ese es el problema, que el gobierno cree que da respuestas, que el gobierno cree que está haciendo las cosas bien. Esto no para hasta que no veamos medidas concretas», afirmó Ángela Muñoz, de 21 años, mientras golpeaba una olla.
Con una tasa de desaprobación del 69%, el presidente adelantó el diálogo tres días en medio de marchas y de denuncias de la Defensoría del Pueblo sobre «uso desmedido de la fuerza» por parte de la policía antidisturbios, que dejó gravemente herido a un menor de 17 años.
Mandato popular
Con la gente en las calles, sin mayorías en el Congreso y derrotas de su partido en las elecciones locales de octubre, Duque afronta el momento más bajo desde que asumió el poder en agosto de 2018 con la promesa de modificar el acuerdo con las FARC, por considerarlo blando con los rebeldes.
El jefe de Estado llegó a la presidencia tras vencer al ahora senador Gustavo Petro, quien ha llamado protestar en la calle.
«Es a veces ingenuo pensar o pedirle al gobierno un viraje en sus políticas, claramente tiene un mandato que se gana en las elecciones», explicó el analista Juan David Cárdenas, de la Universidad de La Sabana. «Pero claramente se está demostrando que no está logrando conectar con la ciudadanía».
El diálogo iniciará con gobernadores y alcaldes electos que asumirán en enero. Se prolongará durante la semana con otros actores.
Espero que «le reiteren al presidente Iván Duque la importancia del diálogo con el movimiento social y los motivos por los cuales nos hemos estado movilizando. Al fin y al cabo son esos mandatarios locales los que van a toparse en el terreno con las realidades que nosotros denunciamos”, dijo Alejandro Palacio, líder del movimiento estudiantil.
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