Tras siete años de una caída económica sin precedentes, un impactante fenómeno se desarrolla en el cultivo la crisis humanitaria compleja que enfrenta Venezuela: según un diagnóstico realizado por CECODAP, organización defensora de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, y la empresa encuestadora Datanálisis, los padres migrantes han dejado atrás a casi un millón de niños venezolanos.
Así lo reporta una publicación de The New York Times, al advertir que el concepto mismo de la niñez en el país se ha reconfigurado para obligar a este grupo a abandonar las escuelas para salir a trabajar a las calles y exponerse a abusos de todo tipo por ubicárseles en una situación de vulnerabilidad, sobre todo en los sectores más pobres del territorio nacional.
Con la imposición del aislamiento social que se ha extendido por toda Venezuela, estos niños se han separado de sus profesores, vecinos y quienes, en muchos casos, son sus únicos medios de subsistencia.
A pesar de que muchos infantes quedan a cargo de sus familiares (abuelas, tíos, e incluso hermanos que apenas han pasado la pubertad), la situación los expone al riesgo de que estos mismos cuidadores también emigren: “Es un fenómeno que va a cambiar el rostro de nuestra sociedad”, afirmó Abel Saraiba, psicólogo de CECODAP.
«Estas separaciones, añadió, pueden debilitar potencialmente a la misma generación que se supone que algún día deberá reconstruir a esta Venezuela en crisis», agrega un comentario de la periodista Julie Turkewitz.
En febrero de 2020 se calculaba que la cifra de emigrantes venezolanos ascendía a 4,8 millones y se estima que esta cantidad podría cerrar en 6,5 millones a finales de año, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
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