El virus del SRAS, transmitido por los animales, puso de manifiesto hace 17 años el peligro que entraña el comercio de ejemplares salvajes, una práctica muy extendida que, según los científicos, representa un riesgo importante para la salud humana, como lo demuestra la aparición de un nuevo coronavirus en China.
Como el SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), este nuevo coronavirus, que ya causó 56 muertos y afecta a casi 2.000 personas, tendría su origen en los animales salvajes vendidos para el consumo humano.
Aunque todavía no se haya llegado a ninguna conclusión sobre el origen de la epidemia, las autoridades sanitarias chinas apuntan hacia las especies salvajes que se vendían de forma ilegal en el mercado de Wuhan, en el centro de China. En ese mercado, se vendían animales vivos tan variados como ratas, coyotes y salamandras gigantes.
Este domingo, Pekín anunció una prohibición temporal del comercio de fauna salvaje.
El comercio de carne procedente de estos animales, además de contribuir a la destrucción de hábitats, hace que los humanos tengan un contacto cada vez más estrecho con los virus de los que son portadores y que se pueden propagar rápidamente en nuestro mundo ultraconectado, explicó Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, una oenegé especializada en la prevención de enfermedades infecciosas.
Según el proyecto Global Virome, que persigue mejorar la forma de enfrentar las pandemias, existen más de 1,7 millones de virus no descubiertos en la fauna salvaje, y casi la mitad de ellos podrían ser nefastos para los humanos.
«La nueva norma será que haya pandemias de forma cada vez más frecuente», afirmó Daszak, que subrayó que «cada vez estamos más en contacto con animales portadores de esos virus».
Éstos forman parte de nuestro entorno, aunque el número de virus que se transmiten de animales a humanos invita a reflexionar.
«Tradición cultural» –
El origen animal de varias enfermedades infecciosas aparecidas desde los años 1980 se ha identificado: la civeta -un carnívoro pequeño- en cuanto al SRAS, que causó cientos de muertos en China y Hong Kong en 2002-2003; el murciélago respecto al Ébola y el mono está en el origen del VIH (virus del Sida).
La carne de ave y de ganado pueden estar en el origen de enfermedades como la de Creutzfeldt-Jakob o la gripe aviar.
«Por el futuro de las especies salvajes y para la salud humana, debemos reducir el consumo de estos animales», declaró Diana Bell, bióloga especializada en enfermedades y protección de la fauna salvaje en la universidad de East Anglia (Reino Unido).
Aún así, el consumo de carne procedente de estos animales no tiene por qué ser peligroso necesariamente, pues la mayoría de los virus mueren cuando el portador fallece.
Sin embargo, se pueden transmitir elementos patógenos a los humanos durante su captura, transporte o sacrificio, sobre todo si se realizan en condiciones sanitarias precarias o sin equipos de protección.
Las autoridades chinas trataron de atajar el problema impulsando la cría en cautividad de esos animales.
Esto incluye a especies en peligro como tigres, muy apreciados en China y resto de Asia, donde se le atribuyen virtudes afrodisíacas.
Según grupos ecologistas, la demanda china, alentada por un aumento del poder adquisitivo, es el principal motor del comercio mundial de esta carne.
Una demanda que también está apoyada por una industria agroalimentaria que genera desconfianza tras la sucesión de varios escándalos, señaló Yang Zhanqiu, biólogo de la universidad de Wuhan.
«Resulta muy difícil parar una actividad con 5.000 años de tradición cultural», admitió Daszak, quien espera que las nuevas generaciones cambien sus hábitos alimentarios gracias a las campañas de concienciación, apoyadas por celebridades chinas.
«Creo que dentro de 50 años esto será cosa del pasado», afirmó.
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