Argentina, con uno de los sistemas de salud más robustos de América Latina, se ha lanzado en una carrera contra reloj para fortalecer su capacidad de respuesta ante la propagación del COVID-19, cuyo pico de contagios aguarda para mayo.
Además de decretar desde el pasado viernes un aislamiento obligatorio a sus 44 millones de habitantes, Argentina está concentrada en adquirir camas y equipos de cuidados intensivos.
«Para los primeros días de mayo, entre el 1 y el 15 de mayo, esperamos el pico más alto (de infectados). Para ese momento tenemos que tener todas las camas que haga falta, todos los respiradores que haga falta», declaró el presidente Alberto Fernández el miércoles.
Paralelamente, se levantan hospitales de campaña y se acondicionan a toda prisa espacios para la atención de pacientes de cuidado moderado e intermedio.
– Las ventajas –
Con una tasa cinco camas y cuatro médicos por cada 1.000 habitantes, Argentina se ubica como uno de los países mejor dotados de la región, donde el promedio es de 2,2 por cada 1.000 habitantes en ambos casos.
En cuidados intensivos hay unas 8.000 camas, pero solo 70% son operativas, con un respirador, un monitor y personal médico y de enfermería, refirió a la AFP Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva.
«Cuando se enfrentan pandemias de esta magnitud, nada es suficiente», advirtió Diego Tipping, director de la Cruz Roja Argentina.
«Las medidas preventivas son lo más importante. Usualmente son las vacunas, pero como no hay (para el COVID-19), en este caso es la norma social: el aislamiento», enfatizó Tipping a la AFP.
Para los especialistas, la temprana declaratoria de la cuarentena debe ayudar a Argentina.
«Mi impresión es que se actuó bien», consideró el inmunólogo Jorge Geffner, profesor en la Universidad de Buenos Aires e investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
«Con muy pocos casos detectados (56, de los cuales dos fallecidos) se suspendieron las clases (el 16 de marzo) y casi en seguida (el 20 de marzo) se declaró el aislamiento total», cuando ya sumaban 128 infectados y tres muertos. «Creo que lo encaramos mucho más a tiempo que otros países», destacó.
– Lo que falta –
Geffner resalta, sin embargo, la necesidad de descentralizar las pruebas, un proceso ya en marcha. «Hay que articular una red mayor de diagnóstico para hacer con mayor eficiencia el aislamiento», dijo.
Tipping llama la atención sobre la necesidad de formar más enfermeros en terapia intensiva, guardia y problemas respiratorios, un proceso que ya inició la Cruz Roja.
«Argentina tiene buena cantidad de médicos, pero hay que reforzar a los enfermeros», señaló.
También reconoce con preocupación los altos costos de los implementos. «Un respirador cuesta 12.000 dólares, un kit de protección dura cuatro horas … y necesitamos muchos», afirmó.
– «Hay un horizonte» –
Alicia Cámara, académica de la Universidad de Córdoba que estudia los coronavirus desde 2013, tiene esperanza de que Argentina logre «reducir un poco la curva, de manera que se pueda atender a todos los pacientes».
«El tema fue atendido desde temprano y eso es un punto a favor», dijo a la AFP. Sin embargo, apuntó que aún se conoce poco el COVID-19 por lo que la situación es «impredecible. Lo que decimos son hipótesis en base a experiencias anteriores, como la del SARS».
Reina señala que el confinamiento no hará desaparecer la infección, «porque la diseminación y el contagio continuará. Pero hará al menos que vayan ingresando más lentamente a los hospitales, para darnos tiempo a organizarlos y atenderlos».
En tanto, Argentina ha comenzado a probar tratamientos que se ensayan también en otros lugares del mundo, como la administración de la cloroquina, un antipalúdico, aunque el ministro de Salud, Ginés González García, declaró que hasta ahora sus resultados son «débilmente positivos».
Pero Geffner asegura que «esto tiene un fin, porque se va a conseguir una vacuna. En todo el mundo se está trabajando en ello. Hay un horizonte de solución».
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