Para muchos países latinoamericanos, la migración venezolana representaba un reto sin precedentes antes de la pandemia ocasionada por la irrupción del nuevo coronavirus, COVID-19; no obstante, en momentos cuando la región se ha convertido en el nuevo epicentro del virus, según los señalamientos emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es previsible que la crisis económica se extienda como consecuencia de las medidas de confinamiento y las restricciones en las actividades económicas.
De acuerdo con un reporte de la consultora internacional Torino Economics, esta situación hace que las perspectivas para la crisis migratoria sean más críticas, lo cual repercutirá en el envío de remesas y por consiguiente en las condiciones de los venezolanos en su país.
Recuerda la unidad de investigación de Torino Capital que la crisis política y económica en Venezuela ha provocado la salida de aproximadamente 5,1 millones de personas desde el 2015.
En los últimos años, la emergencia humanitaria por la que atraviesa la nación petrolera ha generado una afluencia sin precedentes de personas refugiadas y migrantes en los países vecinos, con el fin de satisfacer sus necesidades básicas, y ayudar a sus familias que aún viven en Venezuela por medio del envío de remesas.
En el ámbito de América Latina, buena parte de los países han tenido que encarar la batalla contra la COVID-19 en contextos nacionales muy vulnerables, debido, entre otros factores, a las debilidades en sus sistemas de salud, las precariedades del mercado de trabajo, con índices de informalidad que rondan el 53%, perspectivas de crecimiento económico negativas con posibilidades de recuperación lentas ante el hecho que América Latina se ha convertido en el nuevo epicentro de la epidemia, impactando en mayor medida a países como Brasil, Perú, Chile, Colombia y Uruguay; naciones que concentran más del 66% de los emigrantes venezolanos.
Parte de los efectos de la COVID-19 en estos países, es el aumento de la desigualdad y el desplazamiento de millones de personas a una situación de pobreza extrema, que según estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal) podrían elevarse en 2.6% dentro de América Latina y el Caribe, reseña Torino Economics en su último informe.
Hasta ahora, los países vecinos han otorgado permisos temporales de permanencia y acceso al mercado laboral a más de 2,5 millones inmigrantes de Venezuela.
Sin embargo, su capacidad de respuesta a dicha afluencia de población es limitada, y tanto las instituciones como las comunidades de acogida locales, han sido sometidas a una enorme presión, la cual se ha intensificado desde la irrupción de la COVID-19.
– Remesas en peligro de extinción –
Venezuela en la última década se ha convertido en una nación receptora de remesas provenientes de diversos orígenes; no obstante, llama la atención que no exista un mecanismo que contabilice el flujo monetario que ingresa en divisas, puesto que las operaciones con moneda extranjera se gestionan y son remitidas mayoritariamente por canales de pago privados, a través de medios electrónicos (transferencias, uso de plataformas como Zelle o AirTm), por las casas de cambio en la frontera (por ejemplo, Cúcuta) o mediante el intercambio de criptomonedas (por medios como LocalBitcoin), los cuales son alternativas a los medios ofrecidos de manera oficial, verbigracia, las casas de cambio autorizadas (entre ellas Italcambio, Zoom, entre otras).
De acuerdo con el informe “Money Transfers to Venezuela: Remittance Flows Amidst Evolving Foreign Exchange”, los flujos de remesas están llegando a más de 2 millones de hogares receptores, lo que equivale a más del 35% de los hogares del país, y el volumen manejado de remesas cerró en 2019 alrededor de USD 3.500 millones.
Este esquema de remesas utilizado por los venezolanos por muchos años se está viendo amenazado por la actual crisis mundial generada por la pandemia COVID-19, sobre todo teniendo en cuenta que se espera una recuperación económica lenta.
La disminución de las entradas de remesas tendrá consecuencias perjudiciales para los hogares pobres en los países receptores y las economías locales que los rodean y Venezuela no se encuentra exenta de esta realidad, proyecta Torino Economics en su informe.
La irrupción de la COVID-19 en la región, ha generado un severo impacto sobre las tasas de desempleo en la región, afectando directamente a los migrantes venezolanos, sobre todo en países como Colombia, Ecuador y Perú, con una tasa de retorno esperada del 46% de aquellos migrantes irregulares con menos de un año de haber llegado a los países de acogida y del 25% de aquellos que tienen más de un año.
Consecuentemente, el monto y la recurrencia de las remesas tendrán una caída importante, muy a pesar de que se incrementaría su demanda debido a la falta de fuentes de ingresos en la nación petrolera.
Bajo este escenario, Torino Economics estima una caída en el consumo de las familias venezolanas en 2020 por el orden del 21,7%, y uno de los factores determinantes de esta disminución será la caída en la recurrencia y el monto de las remesas.
Adicionalmente, la limitación en el acceso a los servicios de Zelle, impacta negativamente a los venezolanos que han entrado dentro de esta suspensión; no obstante, esta restricción fue implementada a un grupo específico de clientes (que representa un porcentaje minoritario de la población venezolana).
De igual forma, los clientes Wells Fargo poseen otros mecanismos para realizar transferencias a través de la página web del banco y su aplicación móvil; la gran desventaja resulta siendo la cancelación de comisiones y que las transacciones no se harán de forma inmediata (haciéndose efectivas 2-3 días hábiles), beneficios que ofrecía Zelle.
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