El sector bancario es uno de los pocos que no vivió la contracción económica que experimentaba el país desde 2014. Sin embargo, a partir del último trimestre de 2016, se veía un panorama cuesta arriba: la inflación empezó a acelerarse y se dificultaba agregar valor al capital con una velocidad de crecimiento del gasto que comenzaba a superar su capacidad de generar ingresos.
Ante un contexto de tasas de interés controladas y negativas en términos reales, el cumplimiento de carteras regulatorias menos rentables, las tarifas para comisiones y servicios que no cubrían el punto de equilibrio, la única apuesta para generar ingresos fue el volumen de los créditos, y de esta manera la banca entró en un ciclo en el cual se consumía el capital y se acercaba al mínimo regulatorio, con lo cual comenzó a presentar problemas para crecer a la velocidad que requería.
Sumado a eso, la liquidez continuaba creciendo, los precios fueron acelerándose impactando directamente sus gastos de transformación y se ampliaban las distorsiones cambiarias. Sin duda, la banca resistió, pero como el resto de los sectores terminó sucumbiendo. En tres años la contracción acumulada es de 56%.
El sistema financiero venezolano se ha reducido a la par de la economía y no es ajeno a las distorsiones que muestran el resto de los sectores, pues su tamaño depende de la vara con que se mida.
En 2018 los bancos arrastran los mismos problemas de 2017, solo que bajo un contexto más agresivo producto de la hiperinflación, por lo que se prevé un resto de año complicado.
Los problemas claves para los planes financieros y estratégicos de la banca en lo que queda de 2018 están relacionados con capital, ingresos, gastos y excedentes de liquidez.
Capital
A pesar de la resolución de Sudeban que desde enero permite ajustes en los cálculos de los indicadores de capitalización, la firma Aristimuño Herrera & Asociados estima que una vez se agote esa flexibilización los bancos requerirán de nuevos ajustes en los indicadores de capital y aportes al patrimonio por parte de los accionistas.
El impacto del capital es relevante, pues es la primera condición para crecer en créditos, generar ingresos y compensar el crecimiento de los gastos. En los últimos tres años, tanto el patrimonio como el crédito del sistema financiero han perdido 90% de su valor real.
Con autorización de Sudeban, desde enero el índice ponderado por riesgo mínimo disminuyó de 12% a 11%, mientras el índice de capital mínimo de 9% a 7%. Además, se redujo el porcentaje de las carteras dirigidas (de 50% a 40%, la agrícola; de 50% a 30%, la de turismo y de 50% a 25%, la hipotecaria) y la reducción de créditos comerciales con riesgo A de 100% a 80%.
Sólo para los bancos microfinancieros se ajusta la ponderación para la cartera de microcréditos de 50% a 30%.
Las medidas durarán hasta febrero de 2019 y son prorrogables por tres meses. Se considera como patrimonio nivel 1, revaluación de activos (con lo cual no se descarta una nueva ronda de revaluación de activos en el corto plazo), primas sobre aporte de capital en efectivo y ganancias cambiarias (devaluación).
Las autoridades también reiteraron la solicitud a los bancos a que incrementen progresivamente su capital en efectivo.
Simulaciones de Aristimuño Herrera & Asociados indican que el sistema financiero se puede expandir entre 40% y 45% adicional al crecimiento observado por la liquidez monetaria en los primeros meses del año. Estiman que para inicios del cuarto trimestre ya los bancos tengan estrés de capital. De concretarse un alza en las tasas de interés, es de esperar que se fortalezca el patrimonio de la banca y permita retrasar esa situación más allá del cuarto trimestre de este año.
Todas las medidas sobre el capital están condicionadas a la acción de los entes reguladores, con lo cual las acciones oportunas y expeditas serán clave para la banca en lo que resta de 2018.
Ingresos
La generación de los ingresos de la banca, como en todas las empresas, es producto de multiplicar las cantidades por el precio. Para los bancos las cantidades se encuentran condicionadas por la capacidad de crecimiento en la cartera de créditos.
Uno de los indicadores claves es la intermediación financiera, que repuntó desde enero, al pasar de 29% a 44% en el mes de abril, reflejándose la mayor capacidad de colocación de créditos que tienen los bancos, producto de la flexibilización patrimonial señalada en el punto anterior, lo que ha incidido en un fuerte potencial de crecimiento de sus ingresos, de la mano de un incremento histórico de la liquidez monetaria, con lo cual se ampliaron, de forma significativa, los excedentes bancarios que se encuentran ociosos en los balances de los bancos, y no aportan valor al capital. Más de 40% del activo total de la banca lo representan los activos improductivos.
Las otras variables determinantes son las tasas de interés y las comisiones por servicios. En cuanto a las tasas, estas se encuentran reguladas desde hace más de diez años y el pasado martes, el presidente de la Asociación Bancaria de Venezuela solicitó al presidente Nicolás Maduro su revisión al alza.
Por su parte, las tarifas de comisiones y servicios se encuentran desactualizadas y son irrisorias. A pesar de que el BCV las ajustó el 8 de mayo, siguen lejos del punto de equilibrio, producto de la hiperinflación.
Es positivo que los entes reguladores hayan revisado las tarifas de las comisiones y se mantenga la promesa de revisar las tasas de interés, pues su concreción es determinante para sostener el capital.
En un escenario de aumento de tasas de interés, no se debe olvidar que las tasas pasivas de ahorro y plazo se incrementarán también. Por ende, los bancos deben gestionar estratégicamente la mezcla de sus depósitos hacia los de menores costos.
Por el lado de la mora, este indicador se encuentra en buen nivel como consecuencia de una velocidad del crédito mucho más acelerada que la cartera inmovilizada. Simulaciones de Aristimuño Herrera & Asociados no muestran señales de que la cartera se vaya a deteriorar en el corto plazo, no obstante, es importante que los bancos hagan evaluaciones de matrices de riesgo sobre sus principales clientes y su nivel de vulnerabilidad ante el contexto actual, incluyendo el posible incremento en las tasas de interés.
Gastos
La banca venezolana no es ajena al incremento de los precios y la variación del tipo de cambio en el mercado alternativo de divisas, pues es uno de los sectores que no ha tenido acceso a dólares oficiales y, por otra parte, no tiene mecanismos para generarlos. Esto se agrava al considerar que la estructura de costos para prestar y garantizar servicios, requiere de gastos de mantenimiento e inversiones en plataforma física y tecnológica en moneda extranjera.
Luce muy compleja la situación de la banca con relación a los gastos, pues continuarán incrementándose de forma acelerada, más bajo este contexto hiperinflacionario. De allí la importancia del aumento en sus ingresos que permita una mejora en su margen operativo.
No obstante, la relación entre gastos de transformación y los activos productivos mostró una mejora al cierre del primer trimestre del año. Durante el primer semestre de 2017, para mantener 100 bolívares de activos productivos se requería gastar 11,57 bolívares, mientras para el primer trimestre del año 2018, esta relación disminuyó a 7,22 bolívares.
Excedentes de liquidez
Hasta el primer semestre de 2017, la banca continuó su ritmo de crecimiento del crédito acorde con la liquidez, pero cuando los agregados monetarios empezaron a crecer de forma descontrolada en 2018, ya no pudo absorber toda la entrada de bolívares y, por tanto, los activos improductivos empezaron a crecer de forma desproporcionada. Esto se traduce en que la banca mantiene altos niveles de fondos al 0%, pasando de un excedente sobre el total de liquidez de 5,78% en mayo 2016 a 50% en el mismo mes de 2018.
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