Lo primero que habría que definir es qué entendemos por estabilización y luego hacia dónde. Lo anterior no es fútil.
Es que ni siquiera creer que todo demandante desea el menor precio posible es necesariamente cierto, porque puede existir casos en los cuales precios bajos implica mayor demanda y posiblemente una menor posibilidad de que un demandante que usa el hidrocarburo como insumo para procesarlo y generar derivados de alto valor agregado termine accediendo a los niveles que deseara a la fuente de oferta.
Otro ejemplo que pudiera parecer “contra-intuitivo” lo representaría una empresa procesadora que “prefiera” precios elevados de los hidrocarburos, poseyendo una filial extractora ubicada en un país benévolo fiscal y regulatoriamente, mientras que sus filiales procesadoras y comercializadoras finales se ubican en países altamente regulados o con políticas fiscales altamente confiscatorias, donde se pinzan los márgenes de las empresas filiales productoras o extractoras. Esta empresa integrada verticalmente preferirá precios de transferencia o intermedios elevados pinzando márgenes a la empresa filial cliente donde se pagan mayores impuestos o donde pudiera existir una regulación de rentabilidad, dejando rentas en la empresa ubicada en el país donde se extrae el hidrocarburo.
Sin embargo, la situación actual del mercado petrolero, de los exportadores determinantes en los mercados internacionales y de aquellos países miembros de la OPEP explican el desempeño de los precios del petróleo, conjuntamente con la tendencia de la demanda.
El tema toma centimetraje periodístico porque durante esta semana se desarrolla una reunión de miembros de la OPEP en Argelia, en la cual participaría incluso países no miembros, pero de suma importancia en los mercados internacionales como Rusia.
La OPEP estima que su demanda para el año 2016 se ubica en 31,7 m/b diarios, lo que implicaría 1,7 m/b más que durante el año 2015, y se estima para el año 2017 un nivel de demanda para los países miembros de la OPEP de 32,5 m/b, lo que superaría en 0,8 m/b la demanda actual (la fuente de las cifras provienen del último reporte oficial de la OPEP correspondiente al mes de septiembre de 2016).
Según informa la OPEP con fuentes secundarias, todos los países miembros del cártel de mayor producción han incrementado su producción y oferta salvo Venezuela que ha sido, de este grupo de países, el único que ha reducido su producción de 2.361 m/b diarios en 2014 a 2.104 m/b diarios a agosto de 2016. Por su parte Arabia Saudita pasó de 9.688 m/b diarios durante 2014 a 10.605 m/b diarios durante agosto de 2016. La República Islámica de Irán pasó de producir 2.778 m/b diarios promedio durante 2014 a 4.354 m/b diarios. Estos dos países son los que más han incrementado su producción de julio de 2016 a agosto de 2016, incrementos de 28 m/b y 22 m/b diarios, respectivamente, en sólo un periodo de un mes y en ciernes de la presente reunión de miembros en Algeria.
Un punto crucial respecto a lo que ocurre en el mercado petrolero internacional radica en entender cómo operan los carteles y cuán difícil resulta hacer cumplir sus mandatos y fijación de cuotas, así como comprender los enormes incentivos para desviarse y en consecuencia cuan inestable son.
Los países miembros líderes en producción y exportación de la OPEP entienden que serían los llamados a realizar mayores sacrificios para recortar la oferta dentro del cartel, permitiéndole a países líderes no OPEP ha tomar su participación de mercado cedida. Por ello no están dispuestos a entregar mercados que por demás podría resultar inocuo o insuficiente sobre los precios. Esto último es fundamental porque aún cuando los países líderes por volúmenes de exportación podrían beneficiarse de un incremento de precios por descreme (establecer un precio elevado durante el lanzamiento de un producto y posteriormente disminuirlo) de su alta demanda inframarginal, lo cierto es que si otros productores ofertan tales sacrificios de oferta no se producirá tal descreme, por lo que terminarán destruyendo rentas y beneficio en favor de terceros. Esta es la situación de Arabia Saudita que desea evitar que otros productores actúen como “fringe firms” mientras ellos son los que acosan el esfuerzo, pérdida de mercados y de beneficios.
El caso de Irán destaca porque teniendo reservas y capacidad productiva para incrementar su oferta, aunado al hecho del levantamiento de sanciones internacionales sobre sus exportaciones de petróleo, poseen todos los incentivos para incrementar su producción y oferta –como de hecho las últimas cifras lo validan-.
El caso más sui géneris lo representa Venezuela. Un país con enormes reservas pero con una mermada capacidad financiera y operativa de PDVSA y de la industria petrolera nacional para poder incrementar su producción y oferta. De hecho las estadísticas validan que el país ha visto reducir su producción petrolera a lo largo de los últimos años. En la medida que la producción venezolana de petróleo no se encuentre muy distante de su cuota de producción OPEP, aunada a la restricción operativa y financiera para expandirla y/o que incluso se encuentre efectivamente por debajo de su cuota respectiva; para Venezuela no posee poder estratégico ni de amenaza alguna por lo que sólo depende de que los productores líderes cambien su postura de guerra de precios hacia un periodo de estabilización. Lo anterior le daría rentas y descreme de mercado a la mermada producción y oferta de petróleo por parte de Venezuela sin mayor sacrificio de oferta, ya que ya se encuentra mermada.
El secretario general de la OPEP, Mohammed Barkindo, habría asegurado que el encuentro que tendrán este mes en Argelia los miembros del cartel y productores petroleros externos al grupo sería una reunión informal para consultas y no para tomar decisiones. Tales declaraciones validan nuestra tesis.
Dado que las proyecciones respecto a la economía mundial y en específico al crecimiento de la demanda de petróleo apuntan a una ralentización, las mejores y más optimistas expectativas respecto al resultado de la reunión de la OPEP en Argelia apuntarían a un sostenimiento de la producción.
Economista UCV. Master in Competition and Market Regulation, BarcelonaGSE, Universidad Pompeu Fabra, Universidad Autónoma de Barcelona.
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