Cuando un país está en una crisis tan profunda, como la que hoy sufre Venezuela, la solución a esa crisis por lo general tiene dos soluciones. Una es la profundización del conflicto con resultados impredecibles y la otra es que hable el pueblo, mediante el voto. Yo estoy profundamente convencido que la consulta al pueblo es la vía y el mecanismo para sortear esta catástrofe que hoy padece el país.
El gobierno de Nicolás Maduro y sus políticas ha sumido a Venezuela en una crisis de magnitudes colosales. Hay una caída brutal de la economía, el bolívar carece de valor como moneda, el costo de la vida es indetenible y con todo ello la depauperación de millones de venezolanos que hoy no tienen como alimentarse o curarse una enfermedad porque no hay medicinas. A ello se agrega una deriva claramente totalitaria que ha pretendido abolir la democracia como sistema de gobierno hasta el punto tal que los poderes públicos están subordinados a los deseos del presidente.
Desde el 6 de diciembre de 2015, una vez que se contaron los votos para elegir el parlamento y al gobierno perder esas elecciones, la decisión adoptada en quienes hoy gobiernan, fue la de impedir el ejercicio del voto popular, a menos que estuviesen seguros de que ganarían las elecciones. Así, desconocieron la Asamblea Nacional mediante sentencias írritas del TSJ, obstaculizaron y anularon el referendo revocatorio como derecho constitucional del pueblo y han cometido todo tipo de arbitrariedades para evitar la soberanía popular. Ello ha llevado a una reacción del pueblo venezolano jamás imaginada y nunca vista en el mundo.
Llegado a este punto en la escalada de la tensión política, no queda otro camino que consultar al pueblo y que sea éste quien decida en estos momentos cruciales. Solamente la apelación al venezolano mediante el libre ejercicio de sus facultades como ciudadano puede conducir a una solución que genere estabilidad a un país en proceso de destrucción y ruina. Conjuntamente con el rescate del derecho al voto debe diseñarse un plan económico y social que permita superar el principal problema del venezolano de pie: la pobreza. Ello implica una economía en crecimiento y con baja inflación para así recuperar el poder adquisitivo de los más pobres. Sin ello cualquier solución está condenada al fracaso. Igualmente debe diseñarse una nueva política petrolera que permita aumentar la producción de hidrocarburos hoy fuertemente mermada.
El rescate de la democracia en Venezuela parte del principio del restablecimiento del derecho al voto, en comicios libres. Por tanto, la realización de los procesos electorales pendientes y la definición de manera clara y precisa de la fecha de las elecciones presidenciales constituyen el eslabón fundamental para resolver la crisis. Esto es lo que no quiere el gobierno, contarse en un proceso electoral transparente y para ello se ha valido de un CNE que actúa como la oficina de asuntos electorales del PSUV. Insisto, es en la prevalencia de la Constitución y el voto del pueblo es donde reside la solución a esta calamidad que hoy sufren los venezolanos. Únicamente un gobierno que provenga de la soberanía popular puede constituir una salida que propicie estabilidad y la gobernabilidad.
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