Las manifestaciones y protestas focalizadas particularmente por sectores populares de la ciudad de Caracas y otras regiones del país por no haberse cumplido la promesa de entrega oportuna del pernil ha llamado la atención a politólogos, sociólogos y economistas sobre la comprensión de la población venezolana de la crisis económica que actualmente se vive.
Simplemente el limitado propósito de estas manifestaciones atribuido a la falta de cancelación de una “promesa electoral” a raíz de las pasadas elecciones municipales en un país con déficits considerables de satisfacción de carácter económico y político entre otras como salariales, de cambio de la política económica, por escasez generalizada de alimentos y medicinas, dificultad en el acceso a los servicios de salud pública, hiperinflación, crisis humanitaria o falta de desarrollo democrático, pareciera reflejar una baja de expectativas y exigencias de la población frente al “grupo político” inclusive desinterés, dejadez y conformismo, en desmedro de una satisfactoria calidad de vida y bienestar, finalidad de todo agrupamiento social.
A la vez refleja la falta de un liderazgo político que pudiera encausarlas inclusive capitalizar el descontento.
No se puede negar que estas tuvieron una inmediata efectividad como mecanismo de reclamo al importar el gobierno, desde Colombia, de forma casi inmediata, 22 toneladas que serían comercializadas en horas próximas.
a) Un acercamiento al populismo
No es fácil definir o dar un concepto único sobre populismo –tampoco sea recomendable realizarlo- como “discurso legitimador” del “grupo político en el poder”. Cada óptica científica da un concepto propio: antropológico, sociológico, histórico, económico, político, psicosocial o se define por sus rasgos y manifestaciones, otros comparan modelos políticos y clasifica, por ejemplo, entre “chavismo” y “peronismo”.
Inicialmente la concepción política sobre populismo tuvo connotación despectiva por la ortodoxia de izquierda en Latinoamérica al anteponer una concepción “policlasista” en detrimento de una concepción “obrerista”, sustento de la “lucha de clases”, fundamento teórico de la “revolución” aunado a la carencia de contenido ideológico.
La noción de populismo denota la percepción e interpretación del sistema político hacia las masas (pueblo) y viceversa donde deriva un modo endógeno de hacer política. Más que un esquema de gobierno sea con preponderancia económica (liberal o neo liberal), o ideológica (socialdemócrata o marxista), refiere a un modo o forma de gobernar atendiendo a la demanda policlasista.
En la década de los noventa se revisa el concepto originando el calificativo de neo- populismo cuya base social son los sectores marginales mayoritarios o no incorporados al sistema económico surgidos por las políticas intervencionistas en procura del Estado de bienestar, incluso en detrimento del proletariado organizado, apoyo legitimador de las políticas neoliberales (Carlos Menen, Alberto Fujimori, con menos éxito Carlos Andrés Pérez).
b) Contenido del populismo
El discurso populista busca la legitimación del poder a través de la afectividad, la respuesta espontánea e inmediata a la manifestación de una carencia sin atacarla. Su finalidad no es la solución de los problemas, porque la continuidad de estos renuevan permanentemente la legitimación populista, en consecuencia es voluntarista, cortoplacista, mágico y simplista.
Se centra en una comunidad de emociones (aspecto afectivo) incorpora una serie de reivindicaciones (incluso simbólicas) identificadas con los estratos “populares” y “excluidos” de los beneficios de la modernidad como los indígenas semi civilizados, campesinos o sectores rurales o grupos de la marginalidad extrema de las ciudades organizados por operarios políticos.
Establece una relación de dependencia o dádivas (incluso de trasfondo antropológico y psicológico) bajo la concepción histórica de un Estado benevolente y providencial dueño de una gran riqueza a distribuir a través de subsidios directos o burocratización de la administración pública constituyendo una forma de legitimación del liderazgo “populista” sin referencia a una relación productiva.
Hace uso de términos revolucionarios relacionados con el cambio estructural de por sí altisonantes, buscando una inclusión simbólica, sin embargo, la práctica populista es contraria, originando un “reformismo”, la continuación a través de los cambios formales que deriva la legitimación de un nuevo estamento social no revolucionario pero en sí radical y conservador.
b) Populismo y democracia
La relación entre populismo y democracia no necesariamente coinciden, ni una conlleva a la otra; de hecho existen autocracias o democracias restringidas que se caracterizan por políticas populistas.
La noción de democracia en el discurso populista es referencial debido que hace énfasis y es prioritaria la superación de las diferencias sociales, particularmente para procurar el “igualitarismo”. En condiciones de desigualdad social se conciben los principios democráticos por entes abstractos no alcanzables y ajenos a las mayorías, considerándose privilegios de minorías o élites. Particularmente en lo referente al derecho de libertad que en condiciones de hambre y miseria es imposible su realización.
Se ha destacado lo difícil que resulta llevar al lenguaje de la política práctica en situaciones materiales y sociales adversas, lo referente a los “principios y libertades democráticas”. En el caso venezolano los conceptos de libertad y democracia no hacen referencia a concepciones políticas, ciudadanas, académicas incluso occidentales, sino más a conceptos cotidianos, pragmáticos y folcloristas, originando un modo idiosincrásico particular de hacer política y percibirla.
c) Populismo y economía
El sustento material inicialmente se fundamenta irónicamente en el aumento demagógico de los hábitos de consumo de la población sin correspondencia a la productividad, originado por las limitaciones a la propiedad privada productiva en una estrategia de su extinción o en el mejor de los casos su planificación.
Los incrementos en el salario para propiciar el consumo son formales en virtud de la tácita devaluación y envilecimiento de la moneda coincidente con la tesis leninista de acabar con el sistema capitalista. La falta de productividad del sistema económico comienza a manifestarse en la inflación y escasez.
d) Populismo venezolano en el 2017
En esta coyuntura se conceptualiza lo denominado el “Estado de las Misiones” planteándose la sustentabilidad tributaria ante la baja de precio del petróleo dentro del contexto de “guerra económica”.
Como paliativo se establecieron los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) manifestado en la llamada “bolsa de comida” y las Tarjetas de Misiones Socialistas (TMS) métodos concebidos para favorecer la no mercantilización de los derechos sociales siendo en la práctica una forma de administración o planificación del consumo ante la escasez de bienes y para combatir el creciente sector informal de comercialización de estos (bachaqueo).
Se sostiene que los CLAPS se conforman a partir de estructuras previas relacionadas con el oficialismo destacando los consejos comunales, la Unidad de Batalla Bolívar Chávez (UBCH), Unión de Mujeres (Unamujer) y Frente Francisco de Miranda (FFM), como estrategia de consolidarse en grupos fuertemente afectos, siendo estos los más deprimidos por la crisis económica no poca veces denunciados como discriminatorio a sectores no afectos, particularmente la clase media en paulatina decadencia y control político.
El presidente Maduro aseveró que para septiembre del 2016 se constituyeron 14.000 CLAPS y al finalizar el año se esperan 21.000. El ministro Ricardo Molina de la forma más pedestre, revela el cariz político de los programas sociales del gobierno en la coyuntura del referéndum revocatorio del 2016: “El escuálido que firme que se olvide del Clap, no lo queremos en la cola, que se olvide de la Misión Vivienda, que se olvide de Barrio Tricolor”.
* Abogado UCAB. Licenciado Estudios Internacionales UCV
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