El banco con el que opera la ONG suiza Medicuba en La Habana no hará más transferencias a la isla socialista, porque teme sanciones de la administración Trump, un miedo que se replica en el sistema financiero internacional a la hora de trabajar con Cuba.
«No sabemos qué hacer», se queja Luisa Sánchez, coordinadora de MediCuba. Desde 1992, apoyan a la isla en proyectos de tratamiento del VIH, control del cáncer, pediatría y atención al adulto mayor.
«El 27 de agosto, nuestro consejero (bancario) llamó a nuestro contador para comunicarle que el 1 de septiembre no habría más transferencias hacia Cuba», explica. Su banco, PostFinance, fue uno de los últimos de Suiza en aceptar esas transacciones.
Esta filial de Swiss Post confirmó la ruptura de cualquier vínculo con Cuba «debido a las sanciones de Estados Unidos».
«PostFinance no está sujeto a las leyes estadounidenses, pero participa en transacciones de pago globales y, por tanto, depende de una red de bancos corresponsales y del acceso a operaciones en dólares», explicó.
El caso de MediCuba no es único. Los testimonios de cubanos repatriados y de empresas que trabajan en o con la isla se multiplican: cierre de cuentas bancarias, retirada de medios de pago y restricciones sobre las transferencias.
Algunos buscan con urgencia otro banco, a menudo instituciones privadas que cobran altas comisiones, otros mienten sobre su residencia para abrirse una cuenta en otro lugar y algunos más tratan de transferir fondos por cualquier vía, como Western Union o en el bolsillo de un viajero amigo.
Prudencia excesiva
«Los bancos pasaron a una fase de ‘overcompliance’ (aplicación excesiva de las reglas) y esto afecta a todo el mundo», asegura un empresario europeo del turismo, instalado hace décadas en Cuba, cuyo banco le dio un plazo de 60 días antes de cerrar su cuenta.
Bajo anonimato, este hombre contó que una transferencia de un cliente, que incluía en su título la palabra «Cuba», encendió las alarmas de su banco. Un abogado le explicó que ninguna institución bancaria puede ser forzada a retener a un cliente. Varios colegas sufrieron el mismo percance.
Este nerviosismo de los bancos no es nuevo: desde 1962 Estados Unidos aplica contra Cuba un embargo que le prohíbe hacer transaccionees en dólares.
Y las multas por violar embargos estadounidenses (no sólo contra Cuba sino también contra Irán, Libia, Sudán…) son altas: 1.300 millones de dólares para el italiano UniCredit y 947 millones para el británico Standard Chartered, ambas impuestas en abril; 1.340 millones para la Société Générale en 2018 y 8.900 millones (cifra récord) para BNP Paribas en 2014.
Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, Washington recrudeció sus sanciones contra la isla, acusándola de sostener militarmente a la Venezuela de Nicolás Maduro.
Desde mayo, los títulos 3 y 4 de la ley Helms-Burton amenazan con enjuiciar y prohibir viajar a Estados Unidos a cualquier persona que haga negocios con bienes confiscados por la revolución de 1959.
La vaga definición del delito permite una amplia interpretación: la Société générale es demandada en Miami por los herederos de un banco cubano integrado al actual Banco Nacional de Cuba, con el que la institución financiera francesa realizó operaciones bancarias.
El dólar imprescindible
«El 99% de los bancos tienen intereses estadounidenses», subraya Dominique Hector, un abogado francés que asesora a empresas extranjeras en Cuba y Panamá.
Y advierte que, aunque no estén presentes en la isla, «en el sistema bancario, siempre hay un paso obligado por Estados Unidos» mediante el uso del dólar, la moneda de referencia.
«Tengo varios clientes a los que se les han cerrado sus cuentas», mientras que otros «nunca pudieron recibir sus pagos porque su banco francés se negó a procesarlos», añade Hector.
Según el canciller cubano, Bruno Rodríguez, desde que llegó Trump «decenas de bancos extranjeros han limitado o interrumpido sus vínculos financieros» con Cuba, entre ellos el panameño Multibank, que cerró su sucursal en La Habana y las cuentas de las empresas que trabajan con la isla desde Panamá.
Para Cuba, que depende de la inversión extranjera para impulsar su crecimiento, este pánico bancario es una mala noticia. Su gobierno estima que las dificultades que enfrentó con 140 bancos durante el último año costaron al país 725,8 millones de dólares.
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