Se acerca el último trimestre del año y la gran pregunta que flota en el ambiente empresarial es si habrá algún tipo de estímulo para la recuperación del consumo, cuya severa contracción se ha convertido en uno de los principales –sino el principal- obstáculos para la sobrevivencia del escaso parque empresarial que va quedando en el país.
En una economía que se ha reducido en 60% en los últimos cinco años, con niveles de ingresos personales que han sido pulverizados por la inflación y la devaluación de la moneda –un salario mínimo integral mensual no alcanza a 3 dólares mensuales-, los mercados son incapaces de generar estímulos para aumentar la demanda.
De manera que cualquier cambio de signo en el comportamiento del consumo va a depender casi exclusivamente de la evolución de la política monetaria que decida el gobierno nacional, porque el Banco Central de Venezuela no es un ente autónomo capaz de determinar la orientación de esta estrategia. Por supuesto que la política fiscal tiene también su peso específico ante el objetivo de afectar la conducta del consumidor.
¿Qué hemos visto? En primer lugar, el crecimiento de la liquidez monetaria durante 2019 es sensiblemente inferior a la variación registrada en 2018. Entre el 4 de enero y el 13 de septiembre del corriente año, este indicador se ha expandido 1.513,12%, mientras que en el período equivalente del año anterior la liquidez había subido 7.675,45%.
A pesar de que el salario mínimo no cumple ninguna función real como referente para las remuneraciones en el sector privado, conviene recordar que, durante 2019 solo se han hecho dos aumentos, mientras que a septiembre de 2018 se habían hecho cinco. Al primero de septiembre del año pasado, el salario mínimo era equivalente a 9,23 dólares, mientras que, a la misma fecha de este año, el salario integral con cestaticket representa 3,10 dólares, en una economía que, por cierto, tiende cada vez más a dolarizarse.
A la par, el gobierno decidió imponer una agresiva política de encaje legal que elevó el ordinario a 56% y el marginal a 100%, con el objetivo de poner freno al avance del dólar paralelo que, según su visión, es la causa final de la inflación.
Esta estrategia ha sumido a la banca en una situación en extremo compleja y ha llevado a la intermediación crediticia a niveles históricamente bajos, a tal punto que en agosto fue de 13%.
De manera que el Ejecutivo Nacional ha suprimido el crédito y ha asumido una reducción fuerte de la liquidez sin lograr los objetivos que estas medidas se propusieron. Todo lo contrario, en opinión de Aristimuño Herrera & Asociados habrá una aceleración de la inflación en los próximos tres meses –ver el Análisis Estratégico de este mismo informe donde hacemos un acercamiento específico al fenómeno inflacionario y sus perspectivas-, al tiempo que el tipo de cambio paralelo seguirá depreciándose, posiblemente a tasas más aceleradas.
¿Qué podemos esperar, entonces? Las probabilidades de que el gobierno rompa radicalmente con su estrategia monetaria de estos nueve meses son bajas, por lo que esperamos una recuperación lenta y moderada del consumo, gracias a estímulos monetarios y fiscales puntuales, especialmente hacia finales de octubre, en noviembre y diciembre.
El consumo es una variable clave en esta etapa de la crisis venezolana y en el Informe Privado de Aristimuño Herrera & Asociados se analizan los escenarios monetarios y fiscales que pueden incidir en una recuperación o no de la demanda interna de bienes y servicios.
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