Para Mazhar Al Shereidah, veterano profesor universitario en la materia petrolera, consultor y analista internacional del mercado de hidrocarburos, la crisis actual del mercado de crudos no puede sorprender a nadie y vaticina que es ilusorio pretender que habrá una recuperación sostenible de precios en el corto plazo.
Más allá del efecto concreto de la pandemia de Covid-19, Al Shereidah dijo a Banca y Negocios que los actores del mercado se provocaron su propio destino, al no detener a tiempo una oferta que fue excediendo a la demanda sin control, agravada por el fracaso de la primera tentativa de acuerdo en la OPEP+.
«Los productores menos aptos, económicamente hablando, porque tienen los más altos costos de producción, no quisieron reconocer a tiempo que debían cerrar su producción, porque los inventarios están llenos, no solo en tierra, sino también en super tanqueros por toda la geografía mundial», señaló.
Y apunta: «estamos viendo el drama de los productores de Estados Unidos que nunca han concurrido al mercado internacional, y por primera vez están sin el amparo de su gobierno. Su gobierno no les ha apoyado, todo lo contrario. Su presidente ha entendido que la situación general del mercado no le permite a Estados Unidos presionar para que todos los demás reduzcan producción. No puede intentar que la OPEP le resuelva el problema, cosa que ha ocurrido desde la creación de la organización».
Para Al Shereidah las condiciones del mercado son en extremo complejas, porque no se trata de cerrar el desbalance entre oferta y demanda, sino de asumir las implicaciones de un nuevo orden que está surgiendo en el mercado de hidrocarburos, con nuevos productores. La OPEP ya no es lo que era y países como Venezuela, cuyas políticas internas de gestión de la industria petrolera han encadenado errores durante muchos años, pueden ser las grandes víctimas de ese nuevo balance de poder.
«Hay una baja en la demanda que yo sitúo en más de 30 millones de barriles diarios, y lo que se ha acordado en el seno de la OPEP+ es que no pueden seguir produciendo a niveles excesivos; sin embargo, la reducción efectiva quizás no llegue a 15 millones de barriles diarios. Así que quizás en algún momento, en el cuarto trimestre de este año, haya una oportunidad para que el mercado exhiba una mayor determinación, más seria, más vinculante, de ajustar la oferta a la demanda, que va a seguir siendo muy baja, pero tengo algún tipo de esperanza sobre que, después de septiembre, comience alguna reactivación relativa de la economía mundial».
El escenario que, con prudencia, plantea Al Shereidah se complica aún más cuando un reporte de Bloomberg señala que cada semana siguen apareciendo 50 millones de barriles diarios que deben ser almacenados y se estima que, para mayo, ya no exista un espacio disponible. En ese contexto, las presiones para que la actividad económica se reactive serán prácticamente desesperadas.
– Plan de emergencia antes que reestructuración –
Para el profesor Mazhar Al Shereidah, con más de medio siglo de experiencia en el estudio y análisis de la realidad petrolera mundial y, en particular, de Venezuela, este no es el momento propicio para que Pdvsa entre en un proceso de reestructuración, sino que debe desarrollarse un plan de emergencia concertado, tanto como sea posible, entre actores políticos, para lograr un conjunto de objetivos básicos que permitan ir restableciendo la producción, la capacidad exportadora y de refinación.
La situación de la industria es tan compleja que el analista duda que se consigan los recursos y el estado venezolano tenga la capacidad de negociación suficiente como para reorganizar la industria y se realicen reformas legales que determinen un cambio estructural, que requiere más debate y consensos.
«En estas condiciones, con esta destrucción de la demanda de crudo, con graves dificultades comerciales y problemas de confianza internacional, se pretende o aspira reorganizar la industria petrolera estructuralmente; sin duda es el momento menos idóneo», sentencia.
– Cómo queda la Faja –
Sin embargo, Al Shereidah pone el acento en un hecho medular. Se pregunta cómo queda el desarrollo de la Faja Petrolera del Orinoco en el actual contexto de mercado y su propia respuesta es que llegó el momento de reevaluar con sinceridad las condiciones y el futuro de esos proyectos, porque lo que urge es recuperar la producción de crudos livianos, regresar a las cuencas tradicionales, donde petróleo más comercial, con mejores precios y que permiten costos de producción más rentables.
A su juicio, hay que revisar el monto y valor real de las reservas probadas de crudo que tiene Venezuela.
«Los crudos de la Faja del Orinoco, al igual que el shale oil y las arenas bituminosas, son tres crudos no convencionales que lograron ser incluidos en las reservas petroleras mundiales, gracias a una estructura de precios muy por encima de 50 dólares el barril, y esta base de cálculo quedó completamente fuera de la realidad», subrayó.
– Los fundamentos –
Mazhar Al-Shereidah indica que no hay que desesperarse por la volatidad de los mercados de futuros. «El mercado petrolero no funciona como los de verduras. Los grandes volúmenes se comercian a través de contratos de largo plazo».
La preocupación real está en los nuevos fundamentos del mercado, en cómo se constituye un nuevo orden que tenga la capacidad de regular los desbalances cíclicos entre oferta y demanda de hidrocarburos. La pandemia de Covid-19 lo que ha hecho es poner de bulto las fortalezas y debilidades de viejos y nuevos actores. El reacomodo no será fácil, en opinión del analista.
En este sentido, pone de manifiesto el nuevo rol de Estados Unidos, que ahora es un competidor en el plano de la producción, y por lo tanto ya no puede sacar el partido que obtenía de los arreglos que se hacían en el seno de la OPEP y que bastaban para resolver las crisis.
Según Bloomberg, la actividad de perforación en Estados Unidos se ha reducido casi a la mitad desde enero. El mejor indicador de cómo está reaccionando la industria estadounidense a esta devastadora crisis económica es la rápida caída en el número de plataformas petroleras en operación, que cayó a un mínimo en cuatro años. Antes de que llegara la debacle del coronavirus, las compañías petroleras mantenían activas alrededor de 650 plataformas. Ahora, más del 40% de ellas han dejado de funcionar, y solo quedan 378.
«Esta situación de mercado no es completamente nueva. La OPEP, de hecho, nació en un momento de restricciones, como una necesidad no solamente de sus fundadores de regular la producción, porque los precios habían bajado en 1959 y luego otra vez en 1960, sino también de los productores independientes, los mismos de ahora, que no podían enfrentar un exceso de oferta, sobre todo del crudo barato del Medio Oriente, donde están los costos más bajos de producción. Las majors estaban llevando ese crudo a Estados Unidos, y esos productores no podían soportar esa competencia. El presidente Eisenhower impuso restricciones que no afectaron al Medio Oriente, tampoco a México y Canadá, sino solo a Venezuela. Ese fue el problema que enfrentaron Betancourt y Pérez Alfonzo, comenzando el gobierno, al encontrarse con precios a la baja y la situación de que su mercado natural, que era Estados Unidos, les restringía el acceso».
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