Los ecuatorianos definirán el domingo, en un reñido balotaje, si continúan con el modelo socialista instaurado hace una década por el saliente mandatario Rafael Correa o giran hacia el libre mercado para revitalizar la economía del pequeño país petrolero.
El candidato oficialista, Lenín Moreno, llega a la segunda vuelta con una apretada ventaja en la intención de voto sobre su rival, el opositor Guillermo Lasso, según los últimos sondeos.
Aunque Moreno logró una ventaja de poco más de 10 puntos porcentuales en la primera vuelta de febrero, en el último mes los sondeos han mostrado cifras dispares, lo que ha llevado al oficialismo a acusar a las encuestadoras de manipular su información para beneficiar al candidato opositor.
Como se espera una brecha tan pequeña, las autoridades electorales aclararon que el resultado final podría demorar al menos un par de días en ser divulgado. Ambos bandos han amenazado con marchas y protestas si el final queda abierto.
Moreno, un administrador de 64 años que se moviliza en silla de ruedas, ha centrado su campaña en los sectores pobres del país, férreos defensores del modelo socialista de Correa, y a quienes les ha ofrecido aumentar la ayuda económica estatal.
Pero el empresario turístico, que saltó a la palestra cuando fue vicepresidente de Correa entre el 2007 y el 2013, ha buscado tomar distancia del estilo confrontacional de su mentor político.
“Mi propuesta es clara: queremos un Ecuador unido con trabajo y oportunidades, donde todos nos sintamos incluidos. Este domingo no sólo vamos a elegir un presidente, vamos a elegir el futuro de nuestras familias”, dijo Moreno la noche del jueves en un mitin de cierre de campaña al sur de Quito.
Pero el deterioro de la economía, el aumento del desempleo y las denuncias de corrupción que salpican a funcionarios del Gobierno fueron un problema para Moreno en la primera vuelta, permitiendo a la oposición seducir a los descontentos con el modelo y ganar una oportunidad de llegar al Palacio de Carondelet.
“Si gana el candidato del Gobierno seguiremos igual: sin empleo y con muchos impuestos. Necesitamos nuevas ideas y propuestas, un cambio que sólo puede generarlo Lasso”, dijo Silvia Orozco, una asistente de contabilidad de 38 años, que trabaja en una pequeña empresa privada en Guayaquil.
Lasso, ex presidente del Banco de Guayaquil, uno de los más grandes del país, logró aglutinar los votos del resto de los candidatos opositores que fueron sus rivales en la primera vuelta, lo que le ha permitido acortar la distancia de poco más de un millón de votos que lo separó de Moreno en febrero.
El banquero de 61 años, que busca la silla presidencial por segunda vez, logró avanzar en las preferencias pese a que ha sido blanco de ataques del Gobierno por su vínculo con la crisis financiera de 1999, que obligó a miles de sus compatriotas a emigrar en busca de mejores oportunidades.
Lasso aprovechó el cierre de su campaña proselitista en Guayaquil para advertir a los electores que la continuidad del modelo socialista podría llevar a Ecuador a una situación parecida a la que vive Venezuela.
“Cambio es evitar que el país sufra lo que está viviendo Venezuela, la dictadura de un partido político”, agregó ante sus seguidores después de que la decisión de Venezuela de cerrar su Asamblea Nacional, controlada por la oposición, despertó preocupación entre los países de la región.
EL FANTASMA DEL FRAUDE
Lo ajustado del resultado ha llevado a ambos bandos políticos a solicitar a sus huestes estar atentas y cuidar sus votos en las calles de manera pacífica tras el cierre de las urnas el domingo.
Correa, quien ha cuestionado las ofertas de Lasso calificándolas de privatizadoras, pidió el jueves a la “oligarquía” parar con las agresiones provocadas en el proceso electoral y a la oposición aceptar los resultados del domingo.
“Ya basta de campaña sucia, ya basta de agresiones, ya basta de violencia, ya basta de doble moral, ya basta de tanta desesperación, acepten dignamente los resultados del próximo domingo 2 de abril”, afirmó durante la inauguración de un hospital en Guayaquil.
El ganador, que será elegido por mayoría simple entre casi 13 millones de ecuatorianos, encontrará un país con problemas de liquidez, elevado desempleo y denuncias de corrupción. También tendrá que corregir situaciones que podrían complicar el cumplimiento de sus ofertas proselitistas.
De lograr la victoria, Lasso enfrentaría problemas de gobernabilidad con la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional. A Moreno, por su parte, se le haría cuesta arriba la obtención de unos 2.000 millones de dólares anuales para financiar su oferta social.
“Una administración de Moreno se vería obligada a adoptar políticas más pragmáticas dadas las limitaciones externas, aunque el camino sería más brusco”, dijo la firma Eurasia.
El nuevo mandatario asumirá el cargo el 24 de mayo por un periodo de cuatro años.
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