Algunos expertos centran la recuperación económica del país a partir de la industria petrolera, hoy venida a menos, mientras que otros la dan por perdida en manos del Estado, como es la opinión del especialista en materia energética Nelson Hernández. El ingeniero petrolero, quien llegó a desempeñar funciones en Petróleos de Venezuela y el Ministerio de Energía y Petróleo hace más de una década, sostiene que la empresa estatal no solo está quebrada, sino que ya no genera confianza.
El presidente Nicolás Maduro ordenó en noviembre de 2016 un golpe de timón en Pdvsa y su reestructuración. Un año más tarde repitió la orden que acompañó de cambios en la directiva de la corporación, que ya había dejado de cumplir puntualmente sus obligaciones con los tenedores de bonos.
A Manuel Quevedo -militar de formación- designado presidente de Pdvsa, se le encomendó la tarea de acabar con la corrupción enquistada en la principal industria del país. En abril de 2018, cinco meses después de su nombramiento, Maduro le pide incrementar la producción petrolera en un millón de barriles diarios “y llegar a 2,8 millones-3,0 millones en el marco de las cuotas de la OPEP”.
La realidad ha sido otra. Pdvsa mantiene la caída en los volúmenes de extracción de petróleo sin dar señales de querer revertirla. A seis meses de haberle puesto como meta a Quevedo la recuperación de la producción, los niveles siguen en retroceso. La semana pasada Maduro lo ratificó en el cargo.
Elevar el bombeo de un millón de barriles al día no es tan simple como pedirlo. Hernández, también académico, asegura que para ello se requieren de 10 años y una inversión de 150.000 millones de dólares.
No da crédito al rescate de Pdvsa mientras el Estado decida su rumbo. Cree que la privatización es la mejor salida para la industria petrolera.
–Entre los chavistas se habla de crear una empresa holding que agrupe a todas las compañías del área energética y dejar atrás a Pdvsa, hoy destruida. ¿Lo cree posible sin que se repita lo sucedido en Pdvsa durante los últimos 20 años?
–Crear una nueva empresa energética para eliminar a Pdvsa no es nada fácil. Tiene connotaciones económicas, sociales y políticas. Una de las tantas preguntas es: ¿cuáles activos tendrá la nueva empresa? Los acreedores estarán atentos a esta jugarreta del gobierno. Todo esto lo hacen para diferir o no reconocer que Pdvsa es una empresa quebrada. Fueron tan malos gerentes y corruptos que quebraron a una empresa petrolera.
–¿Ve posible el rescate de Pdvsa?
–Pdvsa no es rescatable. Su deuda registrada es del orden de los $72.000 millones, no hay quien pague eso. El Estado venezolano está quebrado. Por otro lado, Pdvsa perdió a nivel internacional algo tan importante como la confianza producto de sus políticas y de la corrupción a la que ha estado sometida. La infraestructura está en el suelo, muy poco se puede recuperar. Ls refinerías y el incremento potencial de petróleo requiere de una inversión de $15.000 millones anuales por cada 100.000 barriles diarios de aumento. Incrementar la producción en un millón de barriles diarios requiere de $150.000 millones y 10 años.
–Si no es recuperable ¿cuál es la solución?
–La vía es privatizar a Pdvsa en todas sus fases.
–De la producción petrolera actual ¿cuánto es efectivamente el consumo interno?
–El consumo interno ha venido cayendo como consecuencia de la crisis y desaceleración económica por la que atraviesa el país. Para 2016 el consumo de energía fue de 1,026 millones de barriles diarios, volumen similar al de 1998. Es decir, estamos a nivel de hace 20 años, son dos décadas perdidas. A nivel de gasolina, el consumo se sitúa en 120.000 barriles diarios. Es tanto la destrucción de la infraestructura petrolera que con ese nivel de consumo hay que importar.
–¿Se han mantenido los niveles de contrabando de gasolina?
–El único método para evitar esa situación es incrementar el precio de la gasolina a nivel del que tienen los países limítrofes. El problema es que en Colombia, por ejemplo, el precio es de un dólar por litro, que sería poco más de 200 bolívares soberanos a tasa de cambio paralela. La gasolina barata fue solo una ilusión creada por los gobiernos populistas. Hoy en día, se hace difícil su sinceración por el salto cuántico que hay que dar.
–¿Pasará el país de ser exportador a importador de crudo y derivados?
–Ya lo es. Hoy en día Venezuela importa y exporta crudos y derivados. Desde 2009 Venezuela comenzó a importar gasolinas, diésel, GLP y gas, todo porque la producción no cubría la demanda producto de la caída de la producción de petroleó y del deterioro de la infraestructura petrolera.
–El gobierno ha centrado su atención e inversión en la Faja Petrolífera del Orinoco ¿cree Ud que tenga futuro?
–No debe crecer más allá de lo que es hoy. La producción de la faja per sé es de unos 700.000 barriles diarios. Para aparentar que se había aumentado la producción de la franja, el gobierno inventó una División Faja, en la que incluyó campos, que originalmente no estaban incluidos, de crudos pesados, medianos y hasta livianos, como por ejemplo San Tomé, que tiene más de 60 años en producción.
–Partiendo de la situación actual ¿cuál sería una adecuada política energética para el país? ¿Se haría con las leyes vigentes?
–En Venezuela no ha existido una política energética. Lo que ha existido a medias es una política petrolera con rasgos marcado de estatismo, lo cual culminó con la estatización de la industria petrolera en 1976. Hoy esa empresa, Pdvsa, que nació en esa fecha, está quebrada.
Las leyes vigentes son estatistas y una nueva política energética debe y tiene que considerar la participación del sector privado, nacional e internacional, en todas las fases de la industria energética. Venezuela no tiene los recursos financieros, los recursos humanos y la tecnología para sacar del foso a la industria petrolera y la industria eléctrica.
–¿Cree que las recientes tensiones en el Medio Oriente puedan representar un cambio en el mercado mundial?
–El mundo petrolero de hoy es muy diferente al de hasta principio de los 90. Hoy hay más oferentes de energía, sea esta convencional o no. El mundo está ahogado en petróleo y asfixiado en gas. Quien está marcando la pauta hoy en día es Estados Unidos con el desarrollo de las lutitas petroleras y gasíferas que lo han convertido de un país importador de energía a uno exportador. Mas aún, en 2017, pasó a ser el primer productor de petróleo a nivel mundial y el segundo en materia de gas. Ese papel que jugó la OPEP de ser un regulador del mercado petrolero, ya no lo ejerce. Eso lo hacen los productores de lutitas en Estados Unidos.
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