Fuera de la Unión Europea por primera vez en 47 años, el Reino Unido emprendió este sábado una «nueva era» en que deberá superar las divisiones y redefinir su lugar en el mundo, negociando su nueva relación comercial con Bruselas, pero también con Washington.
«El telón se levanta para un nuevo acto en nuestro gran drama nacional», dijo el primer ministro Boris Johnson en un mensaje a la nación cuando, entre los gritos de júbilo de unos y las lágrimas de tristeza de otros, el país hizo realidad un Brexit que por mucho tiempo pareció imposible.
Sin embargo, gracias a un periodo de transición negociado con Bruselas que va hasta finales de diciembre, nada o poco cambió por ahora.
«Bueno, no hay ninguna diferencia de momento» pero «me alegro de que hayan llegado a un acuerdo, porque ha sido un largo y doloroso camino, empecemos a construir para el futuro», decía Linda Fodor, de 63 años, vendedora de Belfast.
Ahora en solitario, los británicos deben usar «esta soberanía recuperada, para lograr los cambios por los que la gente votó», aseguró Johnson.
El resultado del referéndum de 2016, en que 52% de británicos optó por el Brexit, fue interpretado como una reacción desesperada de la parte del país -principalmente el norte de Inglaterra- olvidada por la globalización.
El conservador Johnson logró acabar con años de bloqueo político en unas elecciones anticipadas en diciembre en que sedujo a incontables circunscripciones obreras, tras lo cual prometió reunificar al país e invertir, en educación o sanidad, para mitigar las desigualdades.
– Manifestación en Escocia –
«La batalla sobre la UE puede haber terminado, la batalla por el Reino Unido está a punto de empezar», afirmó el sábado el lobby probrexit de la industria pesquera que espera recuperar la prosperidad con el fin de las cuotas y la presencia de barcos europeos.
El lunes, Johnson dará un discurso en que marcará sus grandes líneas para el futuro y qué papel en el mundo quiere para el nuevo Reino Unido.
Pero, de momento, tendrá que lidiar con el descontento de una importante parte del país, Escocia, una nación semiautónoma de 5,4 millones de personas en su mayoría contrarias al Brexit que, en un intento de volver a la UE, parece cada vez más tentada por una eventual independencia.
Con estruendo de silbatos y bocinas, cientos de escoceses volvieron a manifestarse el sábado en Edimburgo para pedir un segundo referéndum de autodeterminación, tras el de 2014 en que ganó el no.
Sobre la bandera azul de Escocia, muchos habían imprimido las estrellas amarillas de la europea. Entre ellas, también se veía alguna bandera independentista catalana y pancartas que decían «la unión está muerta, dejen que Escocia florezca».
«Siento que fue un paso equivocado. El Brexit fue un paso equivocado, una decisión motivada por la codicia política del Partido Conservador (de Johnson, ndlr) para mantenerse en el poder», consideró una de las manifestantes, Roseanne Dennington, de 61 años, que trabaja con indigentes.
– «Hay mucho en juego» –
Entre los pocos cambios visibles de inmediato, la representación diplomática británica en Bruselas envió a un empleado por la mañana a cambiar la placa de su edificio que ahora dice «Misión del Reino Unido ante la Unión Europea», reflejando que ya no es miembro.
También tomó su puesto el nuevo embajador de los 27 en Londres, el portugués João Vale de Almeida, quien afirmó en un tuit estar «deseoso de trabajar constructivamente con las autoridades británicas y el pueblo británico».
En los próximos meses, Londres tendrá que negociar su futura relación con Bruselas al tiempo que trata de alcanzar un ambicioso tratado de libre comercio con Estados Unidos, su principal baza para reemplazar a su socio europeo.
«Hay muchas cosas en juego», dice Jill Rutter, del centro de reflexión UK in a Changing Europe (Reino Unido en una Europa cambiante).
Johnson dijo que no quiere alinearse con las normas europeas, lo que preocupa a sus exsocios.
«No podemos permitir que se establezca una competencia nefasta entre nosotros», advirtió el presidente francés, Emmanuel Macron, en una carta a los británicos publicada en The Times.
Mientras tanto, antes de un eventual aumento de precios, algunos británicos como Tricia Morgan y su marido Yeovil viajaban el sábado al puerto francés de Calais para comprar bebidas alcohólicas más baratas.
«Debido al Brexit, pensamos que era mejor venir lo antes posible», explicó
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