No es secreto que desde hace varis años, los venezolanos vivimos momentos críticos desde el punto de vista político, económico y social. Sin embargo, en razón de las necesidades de supervivencia y de mantener un nivel mínimo de calidad de vida, muchas personas priorizan el asunto del dinero por encima de otros factores. Alguien me decía hace apenas unos días: “mientras los grupos de poder pelean yo necesito pensar en producir pues necesito dinero”. Y así como este señor, todos necesitamos ganar dinero.
El dinero es un recurso poderoso que se usa como valor neutro con capacidad de intercambio para adquirir bienes y servicios. Muchos sufren por carencia de dinero y hacen lo imposible por poseerlo, preferiblemente en grandes cantidades, para satisfacer sus necesidades, complacer sus deseos, llenar vacíos, dominar a otros o ayudarlos en su superación.
Cuando pensamos en las asociaciones que culturalmente se hacen con el asunto del dinero, podemos pensar en términos como: libertad, oportunidades, lujo, poder y placer, pero también miedo, delito, perversión y pecado. Socialmente tiene tal relevancia que según un proverbio árabe: “al perro que tiene dinero se le llama señor perro”, y para la mente aguda de Tolstoi: “quien tiene dinero tiene en su bolsillo a quienes no lo tienen”.
La carencia de dinero nos afecta en las emociones, la salud y las relaciones. Algunos se asustan, se deprimen, sufren de estados ansiosos o se aíslan y hay quienes llegan por razones de pobreza, desesperación o vergüenza, a atentar contras sus vidas. Los códigos éticos y morales son puestos a prueba, se pierde estatus e influencia social y pueden producirse episodios emocionales traumáticos que dejan huella. Pueden perderse amigos y parejas, Con razón decía Juvenal “El dinero se llora con un pesar más profundo que a los amigos o a los parientes”.
Sin embargo, es posible que suceda algo diferente y positivo: que una crisis de dinero lleve a las personas a hacer una revisión profunda de su vida, su vocación, su trabajo, su productividad, su manera de administrarse e incluso de su futuro y sus metas. Dice un refrán que las peores tormentas forjan los mejores marinos. Y con los problemas de dinero, puede surgir lo peor pero también lo mejor de nosotros.
Las dificultades económicas pueden deberse a situaciones contextuales como las que vivimos en lo nacional: alto costo de la vida, caída del consumo, falta de materia prima, malas políticas económicas y otros factores que los economistas conocen mejor que nosotros. Y hay, además, agentes individuales y culturales como: inseguridad, incapacidad, malos hábitos de consumo, aprendizaje familiar y cultural y falta de previsión, entre otros.
Algunas precauciones pueden resultar muy útiles, por lo cual vamos a ofrecerlas.
- El enfoque mental debe apuntar a las soluciones más que al problema, pues la solución reduce las carencias, mientras que el enfoque en el problema promueve la queja, la crítica, la frustración y reduce la creatividad.
- Mentalidad optimista. Piense que va a lograr resolverlo, mantenga sus expectativas en positivo, pues las expectativas favorables aumentan la confianza, expanden la creatividad y potencian la voluntad.
- Haga una lista de opciones: anote todas las formas típicas y novedosas como usted podría producir dinero.
- Relaciónese: Apóyese en sus amistades y promueva alianzas productivas, ganar-ganar.
- Valore el dinero: Reduzca el estilo gastador y compre solo lo necesario.
- Controle: Lleve control minucioso de los ingresos y egresos.
- Prepárese: estudie, aprenda un oficio, hágase más competitivo.
La consciencia del dinero y su influencia es relevante, para entrar en nuevos modos de concebirlo y manejarlo, que nos permitan vivir con más tranquilidad y menos dificultades. Recordemos las palabras de Robert Kiyosaki: “lo que usted gana no es tan importante como lo que usted conserva”.
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