Golpe de efecto de Carlos Ghosn. El ex presidente ejecutivo de Renault y Nissan, que se hallaba bajo arresto domiciliario en Tokio a la espera de ser juzgado, confirmó este martes que está en Líbano, donde espera hablar a la prensa en los próximos días.
Las circunstancias de su salida de Japón, donde la justicia le acusa de malversación financiera, siguen siendo oscuras.
«Ahora estoy en Líbano. Ya no soy rehén de un sistema judicial japonés parcial donde prevalece la presunción de culpabilidad», escribió Ghosn, que posee triple nacionalidad libanesa, francesa y brasileña, en un documento transmitido por su portavoz.
«No he huido de la justicia, me he liberado de la injusticia y de la persecución política. Por fin puedo comunicarme libremente con los medios, lo que haré a partir de la próxima semana», agregó este empresario de 65 años que tiene casa en Beirut.
Una fuente de su entorno dijo que Ghosn está en Beirut «con su esposa», «libre» y «muy feliz». También indicó que sus abogados no estaban al tanto de su huida de Japón, y desmintió una información de una TV libanesa que habría escapado escondido en una caja de instrumentos de música.
– «Muy sorprendida» –
Dos vehículos de las fuerzas de seguridad libanesas estaban este martes cerca de la casa del barrio Ashrafiyé, en la que suele residir cuando visita Líbano y donde hay fuerte presencia de prensa nacional e internacional, según un fotógrafo.
De acuerdo con el diario libanés al-Jumhuriya, el que fuera todopoderoso jefe de la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, llegó en Beirut en un avión procedente de Turquía.
En una primera reacción francesa la secretaria de Estado de Economía, Agnès Pannier-Runacher dijo estar «muy sorprendida» por el giro que ha tomado este caso.
Su principal abogado dijo estar «estupefacto» por la noticia y aseguró que no había tenido contacto con Ghosn y que se enteró «por la televisión» que su cliente había salido de Japón.
Se trata de un giro inesperado del caso del magnate del automóvil caído en desgracia, que debía ser juzgado en Japón a partir de abril de 2020.
– 103 días de prisión –
Una fuente de seguridad libanesa informó que Ghosn llegó el lunes al aeropuerto de Beirut . «La manera en la que se fue de Japón no está clara», dijo otro alto cargo libanés.
Nada en su comportamiento en los últimos días presagiaba que abandonaría Japón, dijeron algunas personas que lo frecuentaron hasta la semana pasada.
«El seguía preparando su juicio durante nuestras reuniones regulares», aseguró su abogado.
Desde su arresto, el 19 de noviembre de 2018 en Tokio, sus abogados y su familia denunciaron las condiciones de detención, el trato que le dispensan y la forma en la que la justicia japonesa lleva a cabo el procesamiento.
Fue liberado bajo fianza en abril, pero con estrictas condiciones: tenía prohibido ver o contactar a su esposa Carole.
A mediados de noviembre pudo hablar por primera vez en casi ocho meses con ella por videoconferencia.
Según su equipo de comunicación, Ghosn pedía «el levantamiento total» de las diversas prohibiciones impuestas, considerándolas «excesivas, crueles e inhumanas».
Quien fuera aclamado como «el salvador de Nissan» después de su llegada al grupo japonés en 1999 ha pasado un total de 130 días en la cárcel desde noviembre de 2018.
Ghosn, otrora el presidente ejecutivo mejor pagado de Japón, se enfrenta a cuatro cargos en este país: dos por ingresos diferidos no declarados a las autoridades bursátiles por Nissan (que también está siendo procesado por ello) y otros tantos por abuso de confianza agravado.
Como consecuencia de este caso judicial Ghosn fue cesado como presidente de Nissan y Mitsubishi Motors (tercer miembro de la alianza) en los días posteriores a su arresto hace 13 meses. Luego dimitió de la presidencia de Renault, antes incluso de que se llevaran a cabo otras investigaciones contra él en Francia.
– «Complot» –
Desde el comienzo del caso, Carlos Ghosn denunció un «complot» por parte de Nissan para impedir un proyecto de integración reforzada con Renault.
Durante una vista preliminar en octubre su defensa pidió la anulación del procesamiento contra él en Japón y acusó a los fiscales de «acciones ilegales» y de colusión con Nissan para tumbarlo.
Las acusaciones están «motivadas políticamente desde el principio, fundamentalmente sesgadas» y «este caso nunca debería haber dado lugar a un enjuiciamiento penal», denunciaron.
Las condiciones de libertad del exmagnate especificaban que sus pasaportes estaban en poder de sus abogados, garantes del respeto de las normas impuestas por la justicia.
Su arresto domiciliario en Tokio le permitía viajar dentro de Japón, pero el tiempo que se ausentaba del domicilio estaba regulado.
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