Las empresas multinacionales que todavía tienen presencia en Venezuela han reducido su cartera de productos golpeadas por la recesión e hiperinflación que afecta al país y como previsión por si se ven en la necesidad de abandonar este mercado.
La gigante de productos de consumo masivo Unilever comercializa en todo el mundo desde mayonesa hasta artículos de limpieza. Pero en Venezuela sólo vende helados.
En su planta cercana a la ciudad de Valencia, alguna vez la capital industrial del país, Unilever produjo en julio 5% del volumen de helado que elaboraba mensualmente el año pasado bajo la marca Tío Rico, dijeron a Reuters un trabajador y dos fuentes del sector empresarial conocedoras del negocio.
“Hasta el 2017 se sacaban unos 800 listones de helado mensual. Ahora en el 2018, no se sacan más de 40 listones al mes”, comentó el empleado bajo condición de anonimato por temor a represalias, aclarando que un listón equivale a mil litros.
Unilever, que años atrás producía localmente pasta dental o y jabón, dijo que su producción sigue “en línea con lo que el actual mercado demanda”, que está enfocada en fortalecer la división de helados y “reafirman su permanencia en el país”.
“Las compañías transnacionales no están metiendo plata en Venezuela, las que se quedan es porque han logrado encontrar equilibrios de ingeniería financiera para sostenerse y surfear”, dijo a Reuters Luis Vicente León, un economista que asesora a grandes empresas y dirige la firma local Datanálisis.
“Pero si las desequilibras de manera severa lo más probable es que veas mayores empresas saliendo del mercado”, agregó.
Las gigantes globales se han visto obligadas a dejar de vender en el país decenas de marcas famosas y mantenerse casi paralizadas por si tienen que partir.
Ford desde julio optó por producir un único modelo de camioneta en su planta local, mientras muchos trabajadores que ensamblaban otros vehículos y camiones se mantienen en sus casas con un salario básico. La empresa le confirmó a Reuters que este año vienen produciendo solo la camioneta Explorer para “adaptarse a las condiciones locales” y enfrentar la “disminución significativa” de la demanda.
A pesar de que empresas extranjeras en el último año han estado achicando su operación a niveles récord, siguen con las puertas abiertas para no perder permisos y licencias difíciles de tramitar, dijo Juan Rafalli, asesor de grandes compañías.
La unidad local de Johnson & Johnson, que fabrica productos de cuidado personal, lleva más de un año elaborando sólo protectores diarios en el país, después de dejar de producir de hisopos y toallas sanitarias por falta de materia prima, dijo un sindicalista bajo anonimato.
Tres días antes de cesar sus operaciones en Venezuela en mayo, la compañía Kellogg producía solo tres de sus marcas de cereales y al cierre contaba con materia prima para cubrir algunas semanas más de producción, dijo uno de sus trabajadores.
Varios de sus gerentes fueron sorprendidos como la mayoría de la nómina con la decisión corporativa cuando llegaron a la planta y las puertas estaban cerradas con candado. El Gobierno tomó las instalaciones amparado en leyes locales y la empresa dijo que evaluaría acciones legales contra esa decisión.
Cuando Clorox Co y Kimberly Clark Corp partieron de Venezuela, sus directivos ya se habían ido del país, según fuentes sindicales.
La noticia de la salida de Kellogg agitó temores entre los empleados de firmas extranjeras que operan con mínima materia prima, la que alcanzan a comprar con sus ingresos locales luego que a muchas las casas matrices dejaron de financiarlas.
Kellogg era uno de los mayores clientes de Smurfit Kappa, que elabora empaques de cartón. En una de sus fábricas, Smurfit Kappa ordenó en julio vacaciones colectivas, una medida que tomó por sorpresa a 173 trabajadores.
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