Los venezolanos viven un déjà vu: compras nerviosas y anaqueles vacíos tras regulaciones de precios. La diferencia está en que ocurre en medio de una hiperinflación galopante y de la aplicación de un plan de ajuste económico a cuentagotas, lo que ha provocado mayor caos y el desborde de la inflación en poco menos de dos semanas.
Un aumento salarial de 5.900% que a la contraída economía (45% del PIB en cuatro años) se le dificulta absorber y una reconversión monetaria mal instrumentada, fue la combinación perfecta para llevar a los venezolanos al paroxismo.
El viernes 17 de agosto, con los anuncios parciales de lo que el presidente Nicolás Maduro llamó programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica, empezaron las dudas, algunas aclaradas en el camino, otras todavía por disiparse.
El alza salarial, que entrará en vigencia el 1° de septiembre y llevará la remuneración mínima de los trabajadores a BsS 1.800, aún no se publica en Gaceta Oficial. Y la reconversión monetaria que le quitó cinco ceros a la moneda, se puso en marcha sin que los servicios subsidiados que quedaban por debajo de la pieza de menor denominación (la moneda de BsS 0,50) fueran ajustados al nuevo cono monetario.
La incertidumbre en materia salarial y lo que está por venir -entre esto aumentos de impuestos– llevó a algunos comercios a subir precios desde el 18 de agosto, otros, prefieron cerrar varios días hasta tener más claro el panorama.
Ya en la calle los nuevos billetes el 20 de agosto, tres días después el gobierno ajustó tarifas del transporte público, pero al no haber suficientes especies para dar el vuelto (cambio) los pocos transportistas que salen a cubrir sus rutas aprovechan la circunstancia. Los pasajeros se quejan del abuso y denuncian que en algunos casos cobran más del doble de la tarifa (BsS 1) que será aumentada nuevamente el 7 de septiembre, según el gremio del sector.
Como parte del plan de ajuste, la amenaza de fijar precios a productos básicos dejó de serla para convertirse en un hecho. El miércoles 22 se dieron a conocer los “precios acordados” para 25 bienes alimenticios de la cesta básica. Pero la medida no llegó sola. La acompañó una orden contra Farmatodo, la principal cadena de farmacias del país, de bajar los precios a los del mes de julio, lo que literalmente vació sus anaqueles.
Los nuevos precios -a nivel de mercado- comenzaron a regir antes que los venezolanos pudieran verle la cara al aumento salarial (15 de septiembre). Pero solo se trata de 25 ítems que por ahora el gobierno tendrá en la mira, mientras que los que no tienen ninguna regulación hasta triplicaron sus precios, como el botellón de agua potable que de BsS 20 pasó a BsS 60. “Hay que pagar el incremento salarial”, explicó el trabajador que cada semana despacha el agua.
En la primera semana de los anuncios, del 17 al 24 de agosto, los precios de bienes y servicios se dispararon 54,4% en promedio, pero la categoría Alimentos y bebidas no alcohólicas tuvo un repunte de 74,2%, de acuerdo con el monitor de inflación de la firma consultora Ecoanalítica.
A la par, la regulación de bienes perecederos como la carne, el pollo y los huevos, condujo a la inevitable desaparición de neveras y vitrinas. La lista de precios publicada por el gobierno no precisa en el caso de la carne y el pollo, los cortes y tipos, y rasó en BsS 90 el kilo para la primera y en BsS 78 el segundo.
Los comerciantes no quieren aceptar estos productos porque se los están ofreciendo por encima del precio de regulación y no se expondrán a que los cierren o los pongan presos, aseguraron fuentes del sector a Banca y Negocios.
Los huevos ya no se ven en los locales donde tradicionalmente se compraban. Y los pocos negocios formales que lo exhiben lo venden desde BsS 100 el cartón de 30 unidades. Su precio de regulación es de BsS 81,5.
En la populosa Catia, al suroeste de Caracas, la venta de huevos se limita a los puestos informales y solo en efectivo. El medio cartón lo ofrecen en BsS 25 y el cartón en BsS 50. No hay opción para pagar con tarjeta de débito.
Todo esto sin que se haya anunciado aún el nuevo precio de la gasolina -precio internacional- que promete mayor malestar. El gobierno obliga a través de un censo de transporte a registrar las unidades y sacarse el carnet de la patria con la finalidad de recibir un subsidio, aún por conocerse, y supuestas facilidades para obtener insumos.
La ya complicada economía se ha tornado más difícil de manejar en medio de un paquete económico que se aplica a medias y al que con el paso de los días se le van adicionando medidas como el plan de ahorro en oro o en petros, que resultan impensable cuando el retorno será en bolívares soberanos en una creciente hiperinflación.
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