El mandatario Evo Morales se proclamó este jueves ganador en primera vuelta de las disputadas presidenciales en Bolivia, tras alcanzar una diferencia de 10 puntos sobre su rival Carlos Mesa, aunque luego abrió la puerta a ir a un balotaje si el cómputo final así lo establece.
«Una buena noticia (…) Ya ganamos en la primera vuelta», dijo Morales en una rueda de prensa, apoyándose en el cómputo oficial que con 98,42% del escrutinio le otorgaba el 46,83% de los votos frente al 36,7% de Mesa.
Un resultado que le permitiría evitar el balotaje, pues la ley establece que para ganar en primera vuelta un candidato debe obtener el 40% de los votos y una ventaja de 10 puntos sobre el segundo contendiente.
Pero todavía falta por escrutar poco más del 1% de los votos, según el portal del Tribunal Supremo Electoral (TSE), y poco después de reivindicar su victoria, Morales -en el poder desde 2006- se dijo dispuesto a ir a un eventual balotaje.
«Si el resultado final dice que vamos a segunda vuelta, vamos a ir (pero) si el cómputo oficial dice que no hay segunda vuelta, vamos a respetar, vamos a defender», sostuvo.
Mientras el escrutinio continúa, la tensión sigue creciendo en el país tras los comicios del domingo: sectores opositores mantienen una huelga parcial desde el miércoles y Mesa ha reclamado una segunda vuelta y denunciado «fraude».
Este jueves, Morales cuestionó también el papel de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), que la víspera consideró como «mejor opción» la realización de un balotaje para dirimir la reñida disputa. Específicamente reclamó que hicieran tal propuesta antes de que concluyera el conteo oficial.
«No quiero creer que la misión de la OEA está con el golpe de estado», señaló, volviendo sobre la denuncia que formuló un día antes cuando equiparó la huelga y las protestas opositoras con un alzamiento en su contra.
«Evo nunca más»
Respecto a las denuncias de irregularidades, Morales -que busca un cuarto mandato- pidió «que se demuestre el fraude».
El expresidente Mesa, de 66 años, anunció el miércoles la formación de una alianza con partidos de derecha y líderes de centro para presionar para que la elección se defina en balotaje.
En paralelo, nuevos enfrentamientos estallaron en La Paz el miércoles en la noche entre la policía y cientos de manifestantes que participaban en una vigilia cívica cerca del hotel donde están los miembros del TSE.
«¡Nunca más, Evo nunca más!», coreaban a pocos metros del impresionante dispositivo policial desplegado frente a este edificio y otros sitios estratégicos.
En Santa Cruz (oriente), el baluarte de la oposición donde partió el paro nacional, los manifestantes bloquearon en la noche los principales ejes viales de la ciudad, la más habitada de Bolivia.
«Este paro va a durar hasta que nos confirmen la segunda vuelta», declaró entonces el líder del influyente Comité Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, frente a una multitud y horas después de que se registraran enfrentamientos entre oficialistas y opositores en un barrio de esa ciudad controlado por partidarios del presidente socialista.
Esta organización conservadora de la sociedad civil aglutina a representantes vecinales, de comercios, transportes y líderes empresariales.
Denunciando una «autocracia», sectores bolivianos han rechazado la decisión de Morales de buscar un cuarto mandato, opción a la que los ciudadanos se opusieron en un referéndum en 2016 pero que luego avaló la justicia.
«Somos la mayoría»
Morales, que cumple 60 años este sábado, llamó desde el miércoles a sus partidarios a la movilización y ese mismo día varios miles de mineros, indígenas y trabajadores se congregaron en La Paz.
«Mesa no es para nosotros. No vamos a dejar, somos la mayoría (…). Ellos dicen ‘fraude’, pero ellos son racistas, son discriminadores. Antes, a las hermanas de las polleras jamás nos hacían entrar a las oficinas, pero hoy, gracias al hermano Evo, estamos presentes», dijo Justina Loza, de 43 años, con un sombrero y pesada falda tradicional.
La Iglesia Católica también propuso la víspera una segunda vuelta como «única salida pacífica y concertada» a la escalada de violencia y división que vive el país tras la elección.
Y Washington advirtió de «serias consecuencias» si «los votos emitidos por el pueblo» boliviano no son respetados.
Después de las primeras cifras parciales el domingo por la noche, que insinuaban una inédita segunda vuelta, hubo un vuelco en los nuevos resultados que fueron divulgados 20 horas después, dándole prácticamente la reelección a Morales en primera vuelta, lo que provocó sospechas de fraude en la oposición y observadores.
La OEA aceptó realizar una auditoría al conteo de votos, solicitada por el gobierno, que aún no ha comenzado.
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